La riqueza informativa de los Estados Unidos, otrora una ventaja indiscutible, hoy se manifiesta, con demasiada frecuencia, como arma de doble filo. Antaño, las informaciones provenían de prestigiosas empresas periodísticas, reflejo de la diversidad de pensamiento existente en el país, pero inclinadas a recoger lo sustancial del acontecer político, económico y social.
El New York Times siempre tuvo una agenda liberal y la revista Time siempre fue conservadora, como el Wall Street Journal , pero ninguno de ellos se empeñaba en enfatizar las aberraciones. Otro tanto puede decirse de las agencias internacionales de noticias.
Esos eran los medios con proyección mundial. La televisión estadounidense, visible en tiempo real en cualquier punto del planeta, estaba por venir. También era escasa la posibilidad de hojear medios menos prestigiosos y equilibrados. Esto cambió con la Internet.
La difusión global en tiempo real coincidió con la radicalización de algunas minorías, en especial las anidadas en el Partido Republicano, y medios de comunicación como Fox News se constituyeron en vitrinas de un enloquecido circo político que el espectador carente de contexto podría confundir con la realidad.
Hay republicanos sensatos y muchos de ellos son moderados, pero apenas logran manifestarse o lo hacen con cautela por temor a las minorías militantes del Tea Party y otros grupos de extrema. A pesar de esto, el partido ha logrado nominar para la presidencia a las figuras más próximas al centro de cuantas han disputado la candidatura en los últimos procesos electorales. Eso dice mucho de una buena porción del electorado republicano. Existe, además, el Partido Demócrata y un amplio sector de votantes independientes, capaces de inclinarse en uno u otro sentido, siempre desde el centro.
Pero quien se asome a la vitrina de Fox y medios similares, podría llegar a conclusiones equivocadas. Allí se toma en serio la candidatura de Donald Trump, un millonario extremista que hace ostentación de su riqueza y culpa a México de enviar violadores y narcotraficantes al otro lado de la frontera. No tiene posibilidad alguna de lograr la candidatura, pero Fox crea la ilusión contraria.
Por el mismo canal se accede a los comentarios de Ann Coulter, una mujer sin temor al ridículo, que desprecia el balompié por afeminado y lesivo para las mejores tradiciones norteamericanas. El mundo, ahora para infortunio de los Estados Unidos, está en sintonía.