La procedencia, nacionalidad, propósitos y convicciones de los captores de Regula Siegfried y Nicola Fleuchaus son, a estas alturas, datos poco relevantes. Es mejor preocuparse por otros aspectos vitales del secuestro:
1. Un cautiverio tan prolongado solo puede explicarse a partir de un grupo con cierta organización mínima y escondites propicios para escapar de los asedios.
2. Además de una o varias madrigueras, los secuestradores probablemente disponen de una red mínima de apoyo y comunicación; de lo contrario, difícilmente habrían logrado conducir las negociaciones.
3. Las deficiencias de nuestros mecanismos de reacción policial impidieron la localización del grupo y casi obligaron a depositar la conducción del caso durante las últimas semanas en los familiares de las víctimas y en policías alemanes.
4. A menos que se tenga éxito en apresar y procesar a los autores, el resultado de todo proyectará una imagen de impunidad.
Y esta imagen, sumada a lo anterior, abre una alarmante posibilidad: que a futuro se realicen actos similares.
Es indispensable, por esto, identificar y corregir inmediatamente los puntos más vulnerables que quedaron expuestos: la inseguridad y descontrol de la zona norte, la descoordinación de los cuerpos de policía, la carencia de personal mínimo esencial experto en estos casos y la ausencia de una marco conceptual y político que permita reaccionar con mayor rapidez y eficacia.
Si la tarea correctiva no se emprende a profundidad, se podrá acentuar aún más el grave desequilibrio existente entre los desafíos a nuestra seguridad y los mecanismos para afrontarlos.
Las consecuencias son fáciles de imaginar.