Para muchos ha causado disgusto la posición asumida por la Universidad de Costa Rica en torno al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y República Dominicana; según su posición, la UCR debió mantenerse al margen, en forma “neutral”; para otros, dada la magnitud del tema y sus posibles implicaciones, era un deber manifestar la posición institucional ante la sociedad.
Ahora bien, cuando se dice “la Universidad”, es claro que se habla de la comunidad universitaria integrada por su cuerpo docente, los estudiantes y sus funcionarios administrativos, los departamentos, grupos de interés y presión; es decir, se entiende como el todo. De ahí se ha desprendido que, cuando el Consejo Universitario emite algún acuerdo o resolución sobre algún tema, esta representa el consenso de la comunidad universitaria; ello, por cuanto los mecanismos de elección por los que llegaron sus miembros encierran esa esencia. Y esa ha sido la controversia que se deslinda: ¿son el Consejo y otras instancias de toma de decisiones representativas de la diversidad de pensamiento y criterios que conforman la alma máter?
¿Qué ha sido la UCR? Una institución histórica que ha contribuido en lo académico con la formación de profesionales con pensamiento crítico y valores éticos; en el ámbito social, con su aporte a la sociedad por medio del trabajo comunal universitario, entre otras acciones; en el ámbito científico, con el desarrollo de investigaciones. Pero se nos ha olvidado un ámbito igual trascendencia: el político; ella ha sido concebida meramente como política universitaria, como el conjunto de acciones institucionales encaminadas a promover los objetivos de la Universidad en sus distintos ámbitos.
Si bien la UCR está compuesta de una pluralidad de pensamiento, de visiones de mundo, de elementos ideológicos en los miembros de la comunidad universitaria, no necesariamente están representados en el ámbito de la toma de decisiones. A través de los años, quienes sí conocían la importancia que la esfera política tenía –y tiene– plasmaron en la institución cierta hegemonía política e ideológica. Mientras tanto, la apatía, la indiferencia de ciertos sectores de la comunidad y el desconocimiento de los mecanismos de elección y representación de parte de otros sectores, que simplemente se quedaron en la reflexión o los cafecitos en la (mal) llamada “calle de la amargura”, permitieron esa “identidad política”.
Búsqueda de representación. Entonces, lo que estamos presenciando (por medio de distintos medios de información) es cómo grupos y sectores o miembros de la comunidad no se ven representados en esa identidad. Por ende, lejos de buscar que quienes ostentan el poder político cambien de parecer o adopten otra visión del mundo, lo que se debería buscar es cómo hacer que sus ideas lleguen a incidir en la toma de decisiones. Así, ya no es tener solo derecho a voz, sino hacer efectivo el voto y su participación en las distintas instancias de representación (tanto estudiantil como académica) que el Estatuto y sus reglamentos conexos han implementado. Esto conlleva conocer la composición orgánica, representativa y cuáles son los procedimientos para generar esa incidencia política.
Por ello, y si les interesa: el próximo año hay elección de Rectoría y de ciertas áreas que conforman el Consejo Universitario, y todos los años, del directorio de la FEUCR. Si quieren un cambio en esa posición institucional, podrían encontrarlo llegando a ciertas esferas de poder o apoyando a quienes mejor los representen.