Me alegró mucho la apertura del Banco Infantil, del Banco de Costa Rica. Hace unos 25 años, de niño, “abrí” una cuenta de ahorros en ese banco y eso me permitió conocer la importancia del ahorro de cara al futuro.
Es conocido que, como sociedad, no estamos acostumbrados a pensar en el futuro. De ahí que hemos tenido que sufrir consecuencias que van desde infraestructura obsoleta en distintos ámbitos hasta ideas apegadas al pasado. En lo último reside una de las causas de por qué pensamos a corto plazo. Diversos expertos dicen que el progreso económico está culturalmente condicionado. Así, por ejemplo, J. Rohan Mao, profesor en Economía y Desarrollo de la Universidad de Massachussets, en su obra Cultura y desarrollo dice que las relaciones sociales influyen sobre las capacidades individuales y las prioridades que orientan sus necesidades.
Negativa dependencia. En nuestro entorno, no nos han enseñado a pensar individualmente y ser responsables de nuestra calidad de vida. Al contrario, se ha promovido la dependencia de factores externos como del Estado. Por eso es interesante leer y escuchar distintos focos de pensamiento político e ideológico que han tomado la bandera del libre comercio y la apertura, cuando fueron estos sectores los que por años promovieron esa dependencia. Enhorabuena por ese cambio de mentalidad.
Hoy, ante distintas oportunidades laborales –más aquellas que se puedan seguir abriendo – hay jóvenes entusiasmados por salarios altos, en dólares en algunos casos, pero que irremediablemente –no todos– caerán en el derroche, en el materialismo.
Pequeña semilla. Aunque la globalización también ha sido preponderante en el cortoplacismo, esto se puede contrarrestar con la promoción de valores e iniciativas que se inculquen desde la niñez. Cuando enseñamos a los niños a ahorrar, les estamos diciendo que lo que hagan hoy tendrá sus réditos en el futuro. Asimismo, les estamos diciendo que esa llamada distribución de la riqueza no es una variable macroeconómica o un tecnicismo, sino una responsabilidad social para con nuestros bienes, salario, talentos, es decir, nuestra calidad de vida.
Lamentablemente, algunas decisiones institucionales acuerpadas por políticas bancarias han promovido más el endeudamiento que el ahorro. Es decir, esa idea de “invertir en el futuro” ha sido más bien dirigida en comprometer el nuestro pagando por años lo que disfrutamos hoy.
¿Es reversible el cortoplacismo? Claro que sí. Si esa semilla de abrir una cuenta de ahorros tuvo repercusiones en uno, ¿por qué no lo tendrá en otros?