Fiallo, autora de exitosas telenovelas como
A diferencia de la presión que sentía cuando escribía sus telenovelas, ahora no tiene ningún apuro porque su prioridad es atender a su esposo, a sus cinco hijos, sus 13 nietos y su perro Chico, de 12 años.
“Estoy disfrutando de mi ocio, de mi familia, y de mi vida”, manifestó Fiallo, de 87 años, en una entrevista exclusiva reciente con The Associated Press, en su acogedora casa de estilo colonial.
“Durante todos esos largos años que estuve trabajando hice un gran sacrificio, apenas pude disfrutar de nada”, expresó la autora nacida en La Habana, que escribió su primera novela para la radio en 1950.
Casi al finalizar la extensa entrevista, recordó que quiere escribir una recopilación de sus novelas en libros –ya no como guiones de televisión– y su autobiografía.
“Por lo menos de aquí a un año”, respondió cuando se le preguntó cuándo pensaba publicarla.
Como no le gusta la computadora ni sabe manejarla, Fiallo emplea su máquina de escribir Adler, la misma que compró al llegar exiliada de Cuba a Miami hace 45 años.
Reveló que quería ser veterinaria, pero su madre la obligó a estudiar literatura y letras.
“Lo que yo pensaba es que mi trabajo fuera bueno, que mis mensajes llegaran, que mis personajes conmovieran, que la gente se entretuviera, que llorara, que riera con mis obras”, explicó Fiallo.
“No pensaba en la fama, no pensaba en el triunfo; sin embargo, estaba trabajando para alcanzarlo inconscientemente”, dijo la autora.
Fiallo, quien está leyendo las novelas del fallecido sueco Stieg Larsson, afirmó que fue en Venezuela donde se sintió más respetada.
“La época dorada de mi profesión fue (durante) los años que produje en Venezuela”, agregó. “Respetaban mi creatividad, no me cambiaban nada. Yo elegía el reparto, elegía la música”, rememoró.
Fiallo trabajaba desde Miami enviando sus libretos día a día a Caracas, primero al canal Venevisión y más tarde a su competidor, Radio Caracas Televisión.
Como no existía Internet ni el fax en aquel entonces, contaba con el favor de alguna persona que se lo llevara. “Terminaba de escribir el capítulo y salía al aeropuerto a pedirle a un pasajero que me llevara el capítulo... y algunas veces lo dictaba por teléfono”, relató.
Era tanto su trabajo que poco tiempo tenía para dedicarle a su esposo, el director cubano de novelas Bernardo Pascual, y a sus cinco hijos. Y en 1985, después de escribir
“Dije ya, hasta aquí llegué. Entonces nos dedicamos a viajar, y a la familia, le di mucho más tiempo a mis hijas”, manifestó Fiallo, quien hasta entonces pasaba noches enteras sin dormir para escribir en el estudio de su casa.
Sentada en un cómodo sillón, recordó que sentía tantos deseos de liberarse y vivir que, incluso, dejó una novela sin terminar, que no piensa retomar.
A más de 10 años de esa operación, lamenta que los productores de México no la consulten al momento de hacer adaptaciones con sus telenovelas.
“A veces ponen personajes que no estaban en mis novelas, eliminan otros, transforman a su manera mis historias”, dijo Fiallo, sin entrar en más detalles.