Cuando vi la película
Hoy, al ver el filme
No tengo la menor duda para señalarles que
Es por esas razones que sigo sin entender a los distribuidores y exhibidores de Costa Rica: la película pasó meses embodegada en nuestro país, y no es sino hasta ahora que se deciden a exhibirla, cuando ha corrido hasta por los videos. Si el filme no tiene los resultados comerciales apetecidos por ellos, me imagino que será quitado pronto de cartelera, por lo que les recomiendo a mis lectoras y lectores ir raudos a ver esta cinta a los cines.
Aún más, se trata de ir a verla aunque haya sido vista. ¿Por qué? Solo en las pantallas grandes se aprecia –en su esplendidez– el laborioso trabajo que Campanella ha tenido con la composición del encuadre y del plano, como signos puntuales de las distintas secuencias de la narración visual. Es cine exquisito, así visto.
Para ello, Campanella ha contado con el cuidadoso y enorme trabajo de fotografía de Félix Monti. El subrayado emocional viene a darlo la música. Luego tenemos la portentosa dirección de actores: son actuaciones de rica mirada, que dan sustento a los pliegues de las historias en conjunción: amorosa, política y policial.
Ricardo Darín, como siempre, es actor extraordinario. A esa altura se comporta Pablo Rago. Y Soledad Villamil llena la pantalla con la expresividad de sus ojos. En este filme las miradas, los atisbos y las contemplaciones son verdaderamente importantes. Los ojos expresan amores en silencio, pistas policiales y son indicadores de un tramo político muy difícil que Argentina ha de vivir y vivió.
Quisiera encontrar las palabras justas para convencerlos de ir a los cines a ver