La vida es complicada en todas partes. Si algo une a la raza humana, en cualquier rincón de este planeta, es nuestra capacidad infinita, como especie, de complicarnos nosotros mismos la vida y, de paso, afectar a los demás. Es como si de golpe olvidáramos que, nos guste o no, nos toca convivir con otros siete billones de co-especímenes.
Daniel Pink libra una cruzada para cambiar dicho absurdo. Pink es un autor súperventas de libros que exploran la inteligencia social del ser humano y la misteriosa telaraña que se teje entre la psicología, los negocios y el éxito.
A partir de la primera semana de enero, Pink será también el conductor del programa Control de multitudes , nueva serie del canal NatGeo.
Elemental, mi querido Daniel. Que existan más teléfonos móviles que seres humanos en el mundo debería resultarnos un dato escalofriante. Es inevitable: el mundo se transforma, la vida cambia, los celulares dominan el mundo y, de pronto, las antiguas soluciones a los problemas cotidianos parecen añejas y anticuadas, inútiles ante el ritmo de vida acelerado de hoy. Ya no es suficiente, entonces, caminar por la acera para saberse a salvo de cualquier eventualidad. Basta caminar por cualquier calzada para saber que, cuando se avanza con una pantalla táctil frente a los ojos, el riesgo de chocar contra otro ser humano se multiplica.
En uno de los episodios de Control de multitudes , Daniel Pink y su equipo decidieron atacar esa situación de la forma más agresiva –¡y creativa!– posible.
Con pintura blanca trazaron líneas sobre el concreto de una transitada acera en una ciudad estadounidense. Las líneas se convirtieron en carriles debidamente marcados que dividían el tráfico humano en dos: un lado para quienes caminan como zombies con el móvil bloqueando la visión; el otro para el resto de transeúntes. Así nació una solución lógica para un problema ilógico.
“Aplicamos la ciencia social para encontrar soluciones a esas molestias que se han hecho omnipresentes en nuestras vidas”, dice Pink, en una entrevista vía telefónica para diversos medios latinoamericanos. “La lógica funciona igual en todas partes; resoluciones universales para problemas universales”.
Pink dice que caminamos, sí, pero no pensamos. Que la gente actúa en automático, sin prestar atención al mundo que les rodea. Su tesis no cae en balde: su propio show muestra, a lo largo de los episodios, ejemplo tras ejemplo de lo poco conscientes que estamos de las consecuencias que se desprenden de nuestras acciones.
Un ejemplo de ello aparece en un capítulo diferente cuando, a través de una cámara oculta, Pink y los suyos graban a conductores que estacionan sus vehículos en espacios reservados para personas con alguna discapacidad física.
La solución al problema fue simple, pero efectiva. A cada rótulo con la señal de espacio preferencial se le agregó, justo debajo, la fotografía y el nombre de alguna persona con una discapacidad. De esa manera, la norma dejó de ser anónima y se convirtió en un asunto personal, una cuestión de poner atención y reconocer a otro ser humano y sus necesidades.
Daniel arroja luz sobre puntos de conflicto y los resuelve sin recurrir a grandes experimentos ni despliegues. Su razonamiento es elemental: “Dile a la gente: este es el problema, esta es la solución. Y esto otro es la razón para solucionarlo”.
Ese esquema de trabajo casi didáctico no se queda en el papel. Un punto trascendental del trabajo de Daniel y Control de multitude s es no conformarse con poner sobre el tapete los problemas; ni siquiera, con encontrar soluciones. Más allá de eso, Pink explica por qué es importante cambiar un comportamiento, y ofrece alternativas interesantes y enriquecedoras.
“Se trata de persuadir. Todos los días, las personas intentan persuadir a sus pares”, cuenta Daniel. “Es parte de nuestra naturaleza. Un jefe intenta persuadir a sus empleados. Un vendedor intenta persuadir a un posible cliente. La prensa intenta persuadir a sus lectores. No es nada raro”, y remata: “Entonces, ¿qué pasa si nos valemos del poder de persuasión y lo usamos para hacer algo de bien en el mundo?”.
Daniel, el ecuánime. Más que un don, la persuasión y la lógica son las herramientas de trabajo de Daniel Pink, y lo han sido desde hace ya muchos años. Luego de trabajar en política durante los noventa —llegó a ser redactor de discursos para Al Gore, vicepresidente durante la administración Clinton— decidió convertirse en su propio jefe.
Así nació su primer libro, que se publicó en el 2001 y lleva como título Free Agent Nation: El futuro del autoempleo . Esa fue la primera piedra de la catedral de su éxito: los libros de Pink han sido traducidos a una treintena de lenguas y sus números de ventas se calculan en múltiplos del millón.
Sin embargo, antes de convertirse en un bestseller y de que los libros con su nombre estuvieran presentes en los anaqueles de supermercados alrededor del orbe, Pink también fue estudiante. En su juventud atendió a la Universidad de Northwestern, donde estudió lingüística. Escogió no ser profesor y, en cambio, encontró su camino hacia la escuela de Derecho de Yale. “Intentar ser abogado fue un error para mí”, recuerda Pink. “Regresé a mi interés original, que era entender por qué la gente hace lo que hace, y todas las preguntas que se derivan a partir de ello. Busco respuestas y a eso he dedicado mi vida”.
Contro de soluciones es una escala más en el viaje de Daniel Pink hacia un mundo más cercano a la lógica que a la incertidumbre. ¿Qué le satisface más al escritor multiventas sobre su nuevo programa de televisión?
“La televisión de no ficción siempre aborda el tema de los problemas y no va más allá. Todo está mal, todo es negativo, todo es preocupación”, cuenta. “En nuestro programa, intentamos dar un paso más y buscar soluciones, sí, pero, sobre todo, buscamos hacer una diferencia. Buscamos ofrecer soluciones que no se limiten a la pantalla o al show , sino que impacten el mundo real”.