Este abogado penalista habla bajito pero piensa en voz alta cuando explica sus planes para profesionalizar los servicios de inteligencia del país. “El combate contra el crimen organizado apunta hacia la educación, la salud pública y la desarticulación de grupos criminales internacionales, y ahí es donde nos ha faltado. Acá podemos dar una buena lucha, pero el desafío de América es articular una red de investigación regional y continental”.
Esa es su misión como comisionado antidrogas, pero por la calidad de la información que pasa a diario por su BlackBerry, Boraschi es uno de los funcionarios más poderosos del país como responsable de la Dirección de Inteligencia y Seguridad del Estado (DIS), la Unidad Especial de Intervención (UEI) y la Guardia Presidencial (GP), entidades que el colectivo relaciona de inmediato con espionaje político y que él mismo quiso allanar una década antes.
Tiene 41 años, se crió en Santo Domingo de Heredia, suele pasearse por la avenida central con toda tranquilidad y conserva un grupo de amigos desde el kínder.
– ¿Eran muy estrictos los padres de El Claretiano? – Sumamente... nos pegaban en la cara, a eso se llamaban chuletas . Era la manera de controlar a 900 estudiantes con un solo orientador.
– ¿Cómo era usted? – Por mi estatura, mi potencial ante la supremacía física de mucha gente fue mi estudio. Aprendí las técnicas de sobrevivencia en un colegio donde había cosas duras y violentas.
– ¿Fue víctima de ‘bullying’? – Sí.
– ¿De qué se burlaban? – De todos, por ser los “primerillos”: nos botaban los cuadernos, nos robaban el almuerzo o nos quitaban la plata en la soda. La élite formó un partido, FEO (Federación Estudiantil Organizada) y necesitaban a alguien con cuadro de honor de primero, y me buscaron a mí. A cambio de eso, me empecé a garantizar mi campo fijo en el autobús y no se metían conmigo. Siempre tuve muy buena relación con mis compañeros. El padre gozaba porque decía que no me podía castigar mucho porque mis notas eran excelentes y me decía “mosca muerta”.
– ¿La venganza del ‘nerd’? – A pesar de tener buenas notas, no era considerado un nerd . Tenía una muy buena relación con todos. Hasta los más mal portados eran mis amigos.
– Como funcionario, empezó en el Seguro Social, Tributación Directa, Comercio Exterior y Seguridad. – En Tributación, estuve en reclamos; en la Caja, atendiendo la ventanilla de Legal; en Comex, con don Roberto Rojas y don Bernardo Kooper en zonas francas y lo que hoy es Procomer. De ahí me moví a Seguridad Pública. Juan Diego Castro había sido mi profesor de Penal y sabía que, desde joven, mantuve afición por temas policiales.
– ¿De dónde eso? – Heredado de un tío mío que había pertenecido a cuerpos ad honorem antinarcóticos.
– ¿Fascinación por armamento o inteligencia? – Las armas me gustan, pero no soy ni muy diestro ni muy entendido. El tema de la inteligencia sí me gustó siempre. A los 18, ingresé a un cuepo de la Rural que se llamaba Grupo de Operaciones Especiales y prestaba servicio en Santo Domingo los fines de semana. En Seguridad, fui el primer asesor legal policial, ahora les llaman AlfaLima.
– ¿Qué nombres ha escogido como claves? – En ese momento era Omega-3, ahora soy Víctor2 y DG1.
– ¿Magnum 3.80 o Lock 9 mm? – Smith & Wesson.40. Me acompaña a todo lado.
– ¿Desde hace cuánto anda armado? – Desde los 20 años.
– ¿Cuán bueno es en tiro al blanco? – Sé defenderme. A pesar de que es un país donde todavía uno puede con cierto cuidado ejercer este puesto, estoy claro de que nos enfrentamos a un fenómeno mundial sumamente violento.
– ¿Cuándo probó por primera vez su “ojo” para la inteligencia? – Desde el Ministerio de Seguridad, siempre tuve muy buenos maestros. Empecé a ver cómo manejaba Juan Diego Castro estos temas; don Carlos Rechnitzer, don Mario Charpantier, don Carlos Arias. En ese proceso conocí a doña Laura y ella rompía todos los moldes. Trabajé con ella y empecé a tener contacto en las diferentes posiciones en las que estuvo, hasta que terminé acá.
– ¿Quién es su gran maestro? – El exfiscal Francisco Dall’Anese.
– Trabajó con él. ¿Es cierto que en su libro La huella de los zopilotes, todo es cierto? – Dicen, pero no sé.
– Para este puesto se requiere mucha experiencia. ¿Cuándo se empezó a entrenar? – Entrenamiento formal no hubo; la adquirí en los cargos por los que fui pasando, en inteligencia y drogas.
– ¿Entrenamiento físico y militar? – Tuve algunas opciones de aprender de cuerpos tácticos especializados pero lo básico. No recibí el “básico policial”.
– ¿Entonces, no es un ‘Rambo’?, ¿no sabe de supervivencia?, ¿no es el tipo rudo? – No, no, para nada; solo para defensa personal. Estoy entrenado en táctica y estrategia. Soy negociador incluso de rehenes. Siempre he pertenecido a comisiones de crisis. En el Ministerio Público yo la dirigía. He estado en las últimas y principales crisis del país.
– ¿Cuál sentido ha agudizado más en el trabajo de inteligencia? – Sé observar y sé escuchar.
– Cuénteme de su oído porque dicen que es audiófilo. – Sí. Mi oído es muy sensible. Monitoreo, reconozco y trato de identificar los ruidos. A pesar de que puedo estar viendo para otro lado, estoy poniendo atención.
– ¿Qué tan bueno es para monitorear a los personajes de las intrigas de palacio? – Es parte del trabajo, pero no es mi fuerte. Soy una persona leal y mi trabajo es proteger a la Presidenta. Esa misión la tengo muy clara y la ejerzo.
– Su trabajo es coordinar la guardia presidencial. ¿Se le ha escapado ella? – No. Ella guarda sus espacios de autonomía pero siempre con conocimiento sobre dónde, con quién y qué está haciendo. Todo el tiempo está monitoreada y sus espacios, protegidos.
– ¿Y la seguridad de los otros poderes? – Tengo esa responsabilidad como director de la Unidad Especial de Intervención y de la DIS, pero la seguridad física es de los equipos de cada uno.
– ¿Cuántos funcionarios tiene a su cargo? – En la DIS, como 160; en UEI, unos 80, y en la Guardia Presidencial, otros 80 (Presidenta, vicepresidentes, Ministro de la Presidencia, las instalaciones, giras...).
– ¿Le cuenta a su esposa cuando lo siguen? – Me han seguido y he vivido situaciones que me han generado susto, pero trato de no darle detalles para que la familia goce de la mayor normalidad. Dos veces me he sentido en peligro de muerte, pero uno aprende a vivir con eso.
– Es hombre de hablar pausado y discreto. ¿Cómo se desdobla ‘el comedido’ en ‘la mente’ que persigue? – Mucha gente me pregunta: “Si usted es tan tranquilo, ¿cómo se metió en eso?” La verdad es que tal vez tengo esas dos caras y puedo manejarlas. La primera, es la prudencia y el análisis, y aunque no me gusta la imagen de gorila y de matón, no dudaré en usar la fuerza cuando sea necesario. Tengo la óptica policial y la de fiscal, con todo respeto a la legalidad.
– Su primera experiencia fue en 1995, cuando la huelga de los maestros. – Fue una situación muy comprometedora para la seguridad de la Presidencia y un grupo del que formé parte trabajó para evitar que botaran ese portón y entraran.
– ¿Estuvo cerca cuando el escándalo por intervenciones telefónicas en 1995? – No.
– Estamos hablando de hace 17 años. ¿Sigue la DIS armando expedientes de periodistas, sindicalistas y activistas? – La DIS maneja datos que muchas veces vienen de información pública y ha cambiado mucho. No justifico, pero contextualizo. En este momento, tengo muy claro que las prioridades son otras totalmente diferentes a las de aquellos años.
– ¿Ya no persiguen comunistas, sindicalistas ni periodistas? – No gasto un segundo ni un cinco en eso. Le voy a ser franco, en algún momento estuve a punto de allanar la DIS como fiscal, con Dall’Anese. Entonces, cuando me dieron el recargo, no me veían como amigo de la DIS.
– ¿Por qué allanar? – Había temas candentes por fugas de información y, en algún momento, un seguimiento que se le hizo al Fiscal General.
– ¿Qué comprobó de todo lo que pensaba de la DIS? – Que había capacidades humanas pero no tecnológicas, como yo pensaba. La parte gerencial, sumamente débil, y que había una falta de priorización de temas. Tengo muchísima claridad –a veces hasta parece “juponada”– de que el crimen organizado es la principal amenaza porque sus tentáculos pueden dañar el sistema democrático.
–La primera versión de la DIS es de 1963. ¿Qué han hecho durante tantos años? – Había muchas prioridades y muchas veces dependían de los jerarcas. Ahora prioridades y seguimiento están siendo fijadas técnicamente. La DIS trabaja con fiscales, con el OIJ, con Control de Drogas, Fuerza Pública, Migración, Control Fiscal... Trata de ser centro de acopio y análisis de información. Nos ha ayudado la Dirección de Inteligencia Policial de Colombia (Dipol) y también trabajamos en una serie de reformas para presentar una nueva institución con un grupo de asesores de la UCR, dos universidades españolas y el Cicen de México.
– ¿Sacará a la DIS del Ministerio de la Presidencia? – Ese tema de estructura no está resuelto, pero Costa Rica debe tener una Ley de Inteligencia para adaptar la legislación a la realidad.
– En el momento de disolver esta DIS, ¿habrá posibilidad de desclasificar sus archivos para que queden a disposición de quienes fueron investigados? – Será una decisión legislativa, pero tampoco es el “triángulo de las Bermudas”. Mucha es información pública. En este país, guardar secretos es casi imposible.
– La policía de Nueva York y el FBI está monitoreando redes sociales. ¿Lo hace Costa Rica? – Colombia y México hacen maravillas con eso. Esa es una herramienta de investigación –hoy por hoy, hay servicios empresariales de seguridad e investigación–. Y no solo la DIS, lo hace toda la Policía, porque las redes se constituyen en una gran herramienta. Hay que afinar destrezas para monitorear.
– Es el jefe de la seguridad del Estado y sabe lo que hace desde la Presidenta para abajo. ¿J. Edgar Hoover o Eliot Ness? – Ninguno. Inteligencia es análisis, producción de información, anticipación y prospectiva para toma de decisiones. Esto es un cambio cultural que lleva tiempo.
– ¿Qué garantía tendrán los ciudadanos de que esa nueva “cultura” no es para perseguirlos o espiarlos? – Para darse cuenta de las cosas que van a pasar en este país basta con revisar Internet; ya no hay que seguir a nadie. Es una cuestión de contexto.
– Para intervenir un teléfono y conocer el contenido de las comunicaciones se necesita la orden de un juez, ¿pero para conocer el “tráfico” de Internet? – Eso lo puede pedir un fiscal pero ya ni siquiera hace falta. Con las redes sociales nada de eso hace falta. Si tenemos que seguir, nos concentramos en crimen organizado.
– Cada año, mueren millones por el uso de tabaco y de alcohol, y menos por el uso de marihuana... – Los grupos criminales van a estar donde esté el dinero; si no es marihuana, es cocaína o desvío de medicamentos controlados. Estas medidas pueden provocar mudanza a otra línea de trabajo de los carteles. El combate apunta hacia la educación, la salud pública y la desarticulación de grupos criminales internacionales y ahí es donde nos ha faltado. Acá podemos dar una buena lucha, pero el desafío de América es articular una red de investigación regional y continental.
– Doña Laura dijo en una entrevista a ‘Excélsior’ que Costa Rica pediría a ONU la equiparación del narcotráfico al terrorismo. – Es que de esa magnitud es el peligro.
– A principios de año, los presidentes del área empezaron a conversar sobre el tema a partir de la propuesta del guatemalteco Otto Pérez, pero hubo un cambio total de discurso. ¿Los frenó la visita de Janet Napolitano (seguridad interna)? – No, en la cumbre los presidentes nos dieron el mandato a los técnicos sobre cómo trabajar y bajo qué estructura. No es lo mismo hablar de despenalización que de legalización; ni crear tolerancia hacia las drogas suaves que crear un corredor.
– ¿Fue parte de la negociación bajarle el nivel a la discusión a cambio de su nombramiento como vicepresidente del Cicad ? – Para nada; la vicepresidencia la había asumido desde el año pasado y obedeció a que, en 52 años, ningún país centroamericano había ocupado ese puesto. Se trata de aprovechar para llamar la atención sobre la región y sobre nosotros, porque estamos en una de las zonas más violentas del mundo, pero a Costa Rica se le complica recibir ayuda internacional por sus índices de desarrollo.
– Ha hablado de que estamos invadidos. ¿Se perdió la guerra? – No. Costa Rica está en el corredor de la cocaína y del dinero sucio, pero la educación y la salud pública nos sostienen de mejor manera frente al fenómeno del narcotráfico. Hemos sido muy prudentes y lentos en reaccionar en temas de seguridad, pero hay que invertir.
– ¿Lentos y prudentes? ¿Cobardes o cómplices? Veintisiete años después del caso Caro Quintero, cuando una comisión de narcotráfico habló de “autoridad política superior”, hay desarticulación de pequeñas bandas, pero nunca se da con un cómplice político o empresarial de altísimo nivel. ¿Alguna vez atraparán a un verdadero “pez gordo”? – El que se nos ponga al frente y podamos acreditarlo se va a ir, y tiene que haber porque de por medio está la legitimación de capitales. Costa Rica venía dando pasos, pero estamos trabados porque los capitales emergentes de la Ley de Crimen Organizado están sin resolver en la Sala Constitucional. Estamos trabajando hacia instrumentos no penales como la extinción de dominio (bienes que no encuentran justificación legal para su producción o crecimiento).
– ¿Cómo puede ser que si una persona honesta quiere hacer una transferencia grande le pidan hasta la fe de bautismo, mientras los delincuentes lo hacen con facilidad? – Algunos todavía intentan filtrar el sistema, pero el crimen organizado en Centroamérica ya no maneja la plata en bancos como hace 20 años; no cuentan el dinero, lo pesan.
– Cuando mira los millonarios desarrollos inmobiliarios y comerciales que están vacíos. ¿No le huele a un terrible lavado? – Hay un gran riesgo. En la costa del Pacífico vimos un desarrollo que se frenó de un momento a otro; sabíamos que usaban métodos como pagar planillas en efectivo. Costa Rica se convirtió en centro de atracción de capitales limpios, pero también de capitales sucios.
– ¿Sigue financiando EE.UU. el trabajo de inteligencia? – Colabora con proyectos específicos de equipos.
– ¿Continúa pensando que el aeropuerto Greytown, de Nicaragua, atenta contra la soberanía? ¿Después de La Haya por Calero hay que ir por eso? – Cualquier aterrizaje o despegue en el extremo sur de la pista va a invadir territorio costarricense. Eso lo está manejando la Cancillería.
– ¿Qué hacía usted, uno de los hombres más poderosos por la información que maneja, tomando notas en la comisión de alto nivel de la trocha? – Nuestra participación era por el conflicto con Nicaragua. Sin ningún fundamento, a las autoridades de Seguridad trataron de involucrarnos en los problemas por los trabajos de administración, pero no tuvimos nada qué ver.
– ¿Cuáles son sus tres mayores prejuicios? – La primera impresión, ser muy desconfiado y lo del narcotráfico.
– ¿Es usted paranoico? – No; todavía duermo bien.
– ¿Es cierto que tiene aspiraciones políticas? ¿Aplicará para Fiscal General o a un puesto internacional? – No es cierto. Tengo mi plaza en el Ministerio Público y allí volveré. Lo que pasa es que tengo muy buena relación con la prensa y alguna gente lo malinterpreta políticamente.