Lo mejor es evitar llamarlos muñecos, por lo menos no aquí, no frente a estos fiebres de ese mundillo de resina, cerámica, plástico o metal. Decirles así sería ofensivo para ellos mismos y para sus dueños.
Mejor llamémoslas figuras de acción. No es un eufemismo, es la forma más respetuosa y precisa en la que podríamos referirnos a estos héroes que caben en la palma de la mano y cuya misión en este mundo es sacarle a sus propietarios la sonrisa más grande posible.
Estos –señores o no tan señores– les pagan con la misma moneda, y a cambio del placer que les da poseerlos, les sacuden el polvo con brochas miniatura, los acomodan a diario en espacios donde puedan ojearlos sin dificultad y llaman a cada uno por su nombre.
Erick Villegas se aprendió prácticamente el apelativo de pila de cada uno de los personajes que componen su colección de GI Joe , que supera las 1.000 unidades.
Leyó bien: mil unidades.
Todas ellas posan para la sesión de fotos en la que la sala de su casa se vuelve irreconocible entre vitrinas repletas de figuras, cajas de vehículos de juguete y un despliegue de afiches y tarjetas de colección de la serie animada que salió antes de que terminaran los años 80, cuando Erick estaba en cuarto grado.
Hoy tiene 40 años, pero disfruta de su colección de figuras de acción con el mismo espíritu de aquel niño que, a falta de dinero, consiguió su primer GI Joe en un trueque en el que, en términos económicos, salió por dentro.
La figura de Raptor le costó una media llena de bolinchas y dos carros Tonka metálicos, pero le dio la satisfacción de, finalmente, tener un GI Joe.
Ahora, Erick, quien es payaso de profesión, ha gastado hasta ¢40.000 por un carro para transportar a estas minúsculas figuras, y posee algunas de ellas que, en Internet, se podrían vender hasta en $150 (¢75.000).
Para fiebres como él fue que, en el 2012, Marco Cedeño creó la página Coleccionistas figuras de acción Costa Rica . Con más de 3.000 seguidores en Facebook , el espacio es un nicho predilecto para quienes buscan intercambiar, vender o comprar figuras o incluso necesitan repararlas o adquirir implementos para completar a un personaje.
Gracias a este sitio, es fácil darse cuenta de que en Costa Rica pululan los fanáticos dispuestos a arrodillarse ante las figuras de acción y hacer importantes inversiones para amasar una fortuna de rostro inamovible y articulaciones delicadas.
“Yo siempre fui coleccionista, desde chiquito; pero nunca tuve los medios para adquirir las piezas de los personajes de la tele que más me gustaban... hasta recientemente”, comenta Marco, quien ha celebrado la multiplicación de tiendas en el país que se dedican a vender figuras como las que él adquiere. En su caso, ya son más de 60 las que viven entre su casa y su oficina.
Ahora, hay en el país una creciente oferta y demanda. Se pueden comprar por catálogo e incluso antes de que salgan a la venta.
También hay restauradores, mercaderes de ejemplares usados y parecen abundar los ávidos conocedores dispuestos a exhibir sus colecciones sin otro interés que el mero hecho de que alguien más disfrute sus tesoros con la vista.
“Ver y no tocar” sería la instrucción más precisa.
Chineados
Decididos a que sus figuras se sientan cómodas, hay coleccionistas como Andrey Gómez que incluso les han construido vitrinas iluminadas y guardadas bajo llave para que las figuras luzcan bien y pasen protegidas.
En su casa, en Desamparados de Alajuela, este empleado de mantenimiento del Banco Nacional guarda en una recámara un envidiable conjunto de héroes y villanos que comparten el espacio sin pelearse, en repisas de vidrio.
Su pieza más costosa es el motorizado Ghost Rider; también tiene una figura en moto pero de Tron, que incluso se ilumina de azul.
Otra figura de Hulk figura entre sus favoritas; mide 65 centímetros de altura, está hecha de cerámica y de resina, y le costó alrededor de $700 (unos ¢355.000). El verde fortachón sobresale entre sus casi 70 figuras, entre las que hay también personajes de Harry Potter, Dragon Ball Z, La Liga de la Justicia, Iron Man y Piratas del Caribe.
“Esto es un vicio que no para”, asegura, “ni loco voy a vender esto; más bien estoy por hacer más espacio para exhibirlos mejor”.
En esa misma provincia, hay otro coleccionista destacado. Se llama Harry Boschini, un hombre de apariencia ruda pero de sonrisa fácil. Su especialidad es Mazinger Z, un personaje que desde la infancia se robó su atención aunque, hasta años después, pudo sacarse el clavo de poseer figuras de la serie animada original, así como de sus secuelas.
“Si tuviera problemas económicos, los vendo; pero mi satisfacción por ahora es tenerlos. Es una forma de rescatar algo que adoraba en la infancia”, dice mientras sostiene su reciente adquisición de un Mazinkaiser en la mano izquierda.
Harry también tiene un fan site de Mazinger, además de que conserva películas, series y camisas y, debido a su faceta de músico, hasta le escribió una canción.
Sin pensarlo mucho, calcula que durante el último lustro ha invertido cerca de $2.500 en pertenencias de su adorado Mazinger (tiene más de 25 figuras), a quien se le suman escasos ejemplares de Perdidos en el espacio, Avengers, Terminator y Spiderman .
Marco Cedeño asegura que es común que los coleccionistas de figuras sean tildados de infantiles o inmaduros porque se les considera “adultos que juegan con muñecos para niños”. No obstante, asegura que cuando alguien ve una de estas valiosas y exclusivas colecciones, comprende la satisfacción que genera en sus dueños y entiende que se trata de un sano espacio de esparcimiento personal.
“A veces, me gusta sentarme a ver estas figuras que son como encontrar una aguja en un pajar... es algo así como meditar”, dice por su parte Érick, al referirse a la pieza #75 de Leono (de los Thundercats), cuyo reducido tiraje fue de 100 piezas.
Él cree que las figuras de acción están hechas para adultos y no para niños, pues son los primeros quienes tienen dinero para comprarlas y, además porque, en general, estas hacen alusión a series y películas de antaño. “Además, los chiquitos de ahora solo juegan con consolas y no con muñecos”, comenta. Sin embargo, sus dos hijos han seguido sus pasos y ya son dueños de superhéroes en miniatura.
Los expertos recomiendan a quien quiera comenzar una colección de estas que se cerciore de comprar artículos originales, de guardar las piezas con cuidado y de conservar las cajas, para evitar que el juguete pierda valor en caso de una venta en el futuro... Aunque quién sabe si querrán venderlos.