No pocos cambios en la historia se han gestado por la unión de personas y la conjunción de circunstancias, más que por esfuerzos individuales. Así que, si bien sería fútil acreditarle el presente de las fiestas de música electrónica en San José al grupo de DJs DNCFLR, no sería erróneo alegar que su aparición en la ciudad formó parte de una generación de iniciativas que terminaron por transformarla.
A mediados de febrero del 2010, luego de probar el concepto de sus fiestas de música electrónica en privado, cuatro DJs de diferentes micromundos musicales –bajo el nombre sombrilla DNCFLR, que se lee dancefloor y en inglés significa pista de baile– mezclaron en directo la música con la que se abrieron públicamente las puertas del bar El Steinvorth.
Aquella noche marcó también el debut oficial del proyecto, el cual, a diferencia de muchos conceptos similares, ha superado el paso del tiempo y se ha mantenido constante en ese y otros aforos de la ciudad, pero con El Steinvorth como única casa sentimental, como afirma Vladimir Durán mientras fuma un cigarro en la acera frente al inmueble.
Es difícil pensar que alguien imaginara lo que aquello significaba en ese entonces: venía el fin de la desidia generada por las pocas opciones de entretenimiento alternativo en San José, y con ello una nueva generación de jóvenes comenzaría a explorar una ciudad que hoy les pertenece –aunque sea en las madrugadas–, a diferencia de hace cinco años.
Lo que en el 2010 podía parecer totalmente intrascendente, en la actualidad resulta hasta icónico: DNCFLR y El Steinvorth nacieron la misma noche, en el mismo lugar, frente a la misma gente que quería que sucediera algo más interesante en el centro del país.
Empuje. Vladimir Durán, Daniel Bullon, Esteban Rojas (conocido como Sputnk) y Jorge Molina (Jorgelectro) se conocieron en numerosas fiestas en Área City, uno de los primeros bares alternativos de San José.
Cada uno por su lado, y a veces unidos un par, realizaban fiestas de electrónica en lugares como el Área, Latino Rock Café y Barcode, donde notaron que había una movida incipiente dispuesta a sacar este tipo de música de Vértigo, único lugar dedicado a esos sonidos.
“Vos escuchabas a nuestros colegas y todos sonaban como igual”, recuerda Vladimir. “Era como el mismo estilo siempre. A mí me parecía monótono y aburrido, y nosotros amamos la música y pensábamos que nadie mostraba los miles de estilos que nos llamaban la atención; nadie se atrevía a lanzarlos”.
Después de un viaje a Panamá de todos, salvo Vladimir, hacer algo no era una idea: era una necesidad. “Odio esta palabra, pero todos teníamos las mismas sensibilidades musicales. Andábamos en la misma línea”, relata Sputnk hablando del interés de los cuatro en la música indie dance, indie disco y new electro.
La oportunidad del Steinvorth fue la coincidencia perfecta. “Era nuestra primera fiesta grande; no teníamos mucha expectativa pero rompió todas las expectativas: Había una fila hasta la esquina, no pudo entrar todo mundo, era un lugar nuevo en el medio de San José. La combinación de factores que se dio para que esto explotara en la primera noche nadie se la había esperado”, dijo.
Después, DNCFLR pasó de ser una idea a una necesidad que luego de ser suplida se convirtió en un estilo de vida para ellos y para quienes los han seguido. Con más de 100 fiestas en este tiempo, el grupo ha tocado mínimo una vez al mes durante los últimos cinco años, y el concepto de sus fiestas ha variado cada tanto.
Cambios. Hoy, DNCFLR ya no es un cuarteto, sino un quinteto, con Warren Reid como nuevo integrante, cuya edad (23 años) es menor al lapso que Vladimir lleva siendo DJ (25 años de carrera).
Esto demuestra, una vez más, que así como su concepto vino a la vida para transformar lo que no les gustaba, el propio concepto no puede mantenerse igual, por lo que no descartan incluir a otros en la agrupación, máxime cuando muchos de los DJs jóvenes actuales se interesaron en la música y las mezclas atendiendo a alguna de sus actividades.
De igual forma, no suenan hoy las mismas piezas que hace dos años, no se visten igual que antes cuando van a dar un show, y las luces y las proyecciones cambian.
Todo se altera, siempre. El San José de hoy no guarda siquiera el recuerdo del San José del 2010. “Antes, uno de nuestros objetivos era abrir espacio para la música electrónica chiva en bares de San José, y ahora vemos que uno puede ir a dos fiestas chivas un mismo día, cualquier fin de semana”, manifiesta Sputnk, complacido.
“En ese entonces, uno esperaba todo el mes para que hubiera un evento chiva; ahora los hay siempre. En el 2010 existían El Steinvorth y Área City, y eran los únicos lugares alternativos chivas, pero ahora hay un montón de lugares: están Hoxton, Antik, todo lo que hay en barrio Escalante no existía. No vamos a decir que fuimos nosotros, pero es loquísimo ver cómo ha cambiado la ciudad”, agregó el DJ.
También hay cosas que no cambian porque son buenas. Las reglas internas de DNCFLR se mantienen intactas desde el día uno: divertirse porque sino “no tiene sentido hacerlo”, poner lo que les gusta indiferentemente de lo que esté de moda, y tratar de no perder plata. Para ellos, el proyecto es su diversión y por eso se sostiene solo, mientras consiguen los frijoles por otros medios.
“Hemos explorado mucha música para mostrar, con todo el respeto que se merece quien está a la par de nosotros”, comenta Vladimir, explicando de la forma más sencilla las intenciones de los DJs. “DNCFLR somos un grupo de amigos que tienen una bandita; somos hermanos y tenemos un proyectito. Aquí todos somos iguales”.