Madrid
El escritor e incansable viajero holandés Cees Nooteboom asegura en una entrevista que "si Europa no fuera solo un mercado, se evitarían dramas humanitarios, como el de los refugiados, y habría más seguridad".
Nooteboom acaba de publicar en España un ensayo sobre el pintor holandés del siglo XV El Bosco llamado Un oscuro presentimiento, título que el escritor de 82 años relaciona con el destino trágico de la humanidad que parece sugerir el cuadro El jardín de las delicias. El 9 de agosto se conmemorarán 500 años del fallecimiento del pintor.
Todo ello se contagia de actualidad con el eco de los atentados de Bruselas. "Si los servicios secretos europeos no coordinan sus datos, Europa no existe", subrayó Nooteboom.
" Hay 28 países, nadie quiere compartir sus datos, y la amenaza es cada día más grande. No hay una central europea de inteligencia frente a esa amenaza, ni una cooperación suficiente " , se queja el literato.
El misterio de las pinturas más conocidas del Bosco es que, pese a tener más de quinientos años de historia, siguen planteando preguntas, sugiriendo respuestas y desatando una extraña fascinación sobre el espectador actual.
A Nooteboom se le coló la actualidad también cuando estaba trabajando en el libro, en el que analiza la obra de su compatriota a través de recuerdos atesorados a lo largo de 60 años.
Acababa de escribir sobre el cuadro San Cristóbal con el niño Jesús, en septiembre pasado, cuando vio en un periódico la tristemente famosa fotografía de un policía turco llevando en brazos el cadáver de un niño refugiado sirio ahogado en el mar.
"La postura y la actitud del policía y la del santo eran las mismas", señala. En la pintura, San Cristóbal cruza un río con Jesús a hombros, y llega un momento, según la leyenda, en que "se vuelve tan pesado que apenas puede llevarlo".
"El niño sirio de la foto era demasiado pesado para Europa, porque Europa no existe. Fue incapaz de llevar a este niño", anota en las páginas del libro, donde recoge y compara ambas imágenes.
La primera vez que Nooteboom visitó España tenía 21 años. Entre sus primeras impresiones destaca "el insolente silbido con que se llamaba a los camareros", "las palmadas con que se avisaba de noche al sereno" y la visión de El carro de heno de El Bosco, en el Museo del Prado.
Ahora, en coincidencia con el quinto centenario de la muerte del pintor, El Prado lo ha invitado a participar en un documental acerca del maestro holandés dirigido por José Luis López Linares, que se estrenará en el cine a finales de mayo, cuando el museo abrirá una gran exposición sobre el artista.
El documental se basa en la tesis de Reindert Falkenburg de que El jardín de las delicias fue concebido como un elemento de conversación en la corte de Enrique III.
"Parece ser que en este palacio había una cama frente al cuadro donde se podían sentar hasta 50 personas discutiendo sobre lo que veían", dice Nooteboom. "Tuvo que ser muy divertida la discusión intelectual, aparte del punto de vista teológico".
"Si intentaras registrarlo de manera exhaustiva, sin una teoría sobre lo que se ve, podría llenarse un libro de cien páginas con una suma probablemente absurda de horrores, plantas inclasificables, seres híbridos y de formas mixtas", describe.
Al escritor le fascina pensar cómo ese cuadro, "un objeto material de madera y pintura", ha permanecido invariable durante 500 años, mientras el mundo ha experimentado cambios radicales.
Además de Madrid, Nooteboom ha perseguido el rastro de El Bosco en Lisboa, Madrid, Gante, Rotterdam y Bolduque, la ciudad holandesa donde el maestro vivió y trabajó, y analiza otras de sus obras como Cristo con la cruz a cuestas, Las tentaciones de San Antonio Abad o La adoración de los magos.
"El Bosco no nos ha dejado palabras, solo imágenes", escribe en las páginas del ensayo. "Él pintó. Pocas veces un hombre invisible ha dejado tantas cosas visibles".