En el 2010, desde Alemania, recibí una noticia que iba a conmover mi mundo. Una iglesia católica situada en Bremerhaven Wulsdorf pronto sería demolida para dar paso a una nueva construcción. La pared situada detrás del altar exhibía una obra de mi padre, el escultor Kurt Lettow (1908-1992): un gran relieve de yeso de 5 x 6 m que mostraba a Jesús en el lago de Genesaret. De pie en una barca, Jesús aplacaba una tormenta junto a los atemorizados apóstoles. Inmediatamente decidí que debía evitar la destrucción de aquel relieve.
Yo vivo en Costa Rica desde hace 50 años. Soy arquitecta y catedrática especializada en diseño ecológico y climático. Siendo hija única, era mi responsabilidad preservar la obra de mi padre, ya difunto. Dejando a mi madre, de 99 años, al cuidado de un hijo, tomé un avión con rumbo a Alemania.
Felizmente, al llegar a Bremen, nuestra ciudad natal, encontré aliados: logré que otro escultor desmontase la obra y la guardara en las bodegas del Instituto del Patrimonio Histórico.
Me sentí culpable de no conocer cabalmente la obra escultórica de mi padre y nació en mí una urgencia por investigar su trabajo. Así, comencé una búsqueda que me llevaría al norte de Alemania, cada vez más lejos, a más lugares.
Surgían obras en escuelas, plazas, edificios y colecciones privadas. Me asombraban la vastedad de sus obras y su habilidad para trabajar grandes formatos en madera, piedra, cobre, plata, bronce, vidrio y grafito.
Encontraba su lenguaje contemporáneo y a la vez abstracto, pero sin alejarse de la realidad. Sus obras comenzaron a reflejarse en miles de fotografías y comenzó la ardua tarea de catalogarla y clasificarla. Le enviaba el material a mi diseñadora, Gisela Sánchez, en Costa Rica y así fue naciendo un libro que acaba de publicarse
Invitación al observador. El trabajo de mi padre fue principalmente de carácter sacro. El libro El escultor Kurt Lettow muestra más de 400 fotografías de obras diseminadas por todo el norte de Alemania, en diferentes medios y formatos.
El libro nos muestra cómo vivió dos guerras y fue perseguido por los nazis. También nos narra sus inicios y las dificultades que afrontó para luego trabajar sin descanso después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la reconstrucción de Alemania ofreció abundantes posibilidades de trabajo a los artistas, especialmente a los escultores de gran formato.
Kurt Lettow construyó su casa en Costa Rica en 1986. Desde entonces, vivió aquí durante varios meses cada año hasta que ya no pudo viajar desde Alemania. Excepto por unos bustos de sus nietos, no dejó obra en Costa Rica.
Kurt Lettow fue un maestro con un magnífico talento para el relieve y un gran conocimiento del efecto a la distancia de las esculturas en el contexto arquitectónico.
El fino juego de luz y sombra en sus relieves y esculturas, su sensible reflexión y su profundización en los temas crearon una fascinante expresión abstracta que nunca deja la realidad, pero que permite mucha libertad de interpretación al observador.
A medida que el proyecto progresaba y el libro iba tomando forma, los museos comenzaron a interesarse y el Senado de la Cultura de Alemania me propuso organizar una exposición en la iglesia Cultural de Bremen.
En la exhibición se presentó el libro con gran éxito, en medio de obras y modelos de mi padre. Lo presentamos también en Costa Rica –país amado por Kurt Lettow– el 30 de mayo en la iglesia Evangélica Luterana, con el auspicio de la Embajada de Alemania.
Algunas obras de Kurt Lettow pueden apreciarse en el sitio www.kurtlettowbildhauer.com
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Páginas en relieve. El libro Kurt Lettow Bildhauer (El escultor Kurt Lettow) fue publicado en Alemania en idioma alemán por la Editorial RASCH; lleva tapa dura e incluye 240 páginas y más de 400 ilustraciones en colores.
Desde Bremen colaboraron: Frank Laukötter director de las Colecciones de Arte Böttcherstrasse); Arie Hartog, director del Gerhard-Marcks-Haus (el museo para la escultura); Georg Skalecki, comisario estatal de la Oficina Estatal de Conservación; pastor Kunze, director del proyecto de la Iglesia Cultural de San Esteban, y Rebekka Schwiddessen, historiador del arte.
El libro cuesta 20.000 colones y puede adquirirse mediante la dirección jvjvanwilpe@gmail.com