Las historias que se tejieron entre los muros y tras los barrotes del antiguo centro penitenciario de la isla San Lucas fueron pesadillas hechas realidad.
Testimonios como los del escritor José León Sánchez, autor del libro La isla de los hombres solos, dan cuenta de los días de terror protagonizados por los reos confinados en esa prisión que funcionó en la isla entre 1873 y 1991. Tras su clausura, el mítico lugar fue objeto de un abandono total por parte del Estado costarricense. Los históricos edificios y el área silvestre protegida sobre la que se levantan, estuvieron rodeados de una serie embrollos legales y administrativos que se interpusieron en el camino de su rescate.
En 1974, la Ley N.° 5469 dispuso que una vez que se diera el cierre del centro penal, San Lucas se trasladaría a la Municipalidad de Puntarenas, con el objetivo de impulsar el desarrollo turístico. Esto nunca se hizo y posteriormente surgieron conflictos por la administración con el Ministerio de Ambiente.
Finalmente, todas las instituciones involucradas lograron ponerse de acuerdo para gestar, de forma conjunta, un proyecto , con el fin de rescatar su riqueza arquitectónica y natural y promover la actividad turística.