Mamá Simpson está gloriosa en Machu Picchu presentando a su familia impresentable mientras las piedras de la montaña tal vez se pregunten entre ellas si alguna está libre de pecado para que se lance sobre esos inverosímiles turistas. Estamos ante una maravilla de la globalización televisiva “y/o” (cual escribimos los modernos) ante otro sarcasmo colorido del artista peruano Marcel Velaochaga.
Los Simpson, Francisco Pizarro, Alberto Fujimori, terroristas, llamas prisioneras, militares importados y otros personajes bullen en las ocho pinturas acrílicas y las cinco serigrafías que Velaochaga expone en la Galería Nacional bajo el título Historias del Perú.
Marcel trabaja a partir de obras canónicas de la pintura de su país y de fotografías que halla en revistas. Las mezcla, las modifica y las pinta a mano o las imprime en serigrafía. No hay collages, sino el viejo arte de convertir tarros de pintura en sorpresas para la mirada.
Conquistadores. Marcel es un imán para varias influencias: el cronista-dibujante indígena Guamán Poma, el pop art, la neofiguración, el tenebrismo, la foto del día, los carteles de cine... “Estoy atento a todo”, expresa el artista.
Living in Perú es una pintura de título disémico: ‘living’ como ‘sala’ y como ‘vivir’. Se basa en Interior con espejo de pared, obra de Roy Lichtenstein, y en un cartel de la banda terrorista Sendero Luminoso (que reemplaza al espejo del original). “Se contrasta así la vida normal que se llevaba en Lima durante un tiempo, mientras Sendero Luminoso cometía atentados. Sendero Luminoso fue una secta de fanáticos movidos por el odio, que causó, con las Fuerzas Armadas, uno de los momentos mas trágicos de la historia peruana”, dice Marcel.
Las obras de Velaochaga reciben la herencia del cartelismo político hispanoamericano de los años 60: colores planos, intensos y “falsos” (el artista cambia un azul por un rojo, y así). Este cartelismo fue primo del pop art estadounidense, que también tomó mucho del afiche publicitario. Marcel admira a Lichtenstein y a Andy Warhol, santones del pop art.
Velaochaga reconoce también influencias de la Nueva Figuración, corriente de los años 60 que se frecuentó en Hispanoamérica y en Europa como reacción al arte abstracto de la segunda posguerra. Aquella tendencia se percibe en el acrílico La expedición. Esta pintura parte de un retrato imaginario y equestre del conquistador Francisco Pizarro hecho por el peruano Daniel Hernández en 1921.
Junto a Pizarro hay militares estadounidenses destacados a la guerra en Irak, quienes parecen seguir órdenes del español. Es obvia la alusión a ambas “conquistas”.
Héroes y sospechas. La resurrección de Túpac Amaru es un abigarrado vecindario de personajes reales y supuestos. El cuadro reproduce elementos de otro, de la pintora Etna Velarde, que representa a un Túpac Amaru heroico y resurrecto (fue ejecutado en 1781 por encabezar una rebelión contra el dominio español).
A Túpac Amaru lo circundan retratos de guerrilleros peruanos de 1965, el general reformista Juan Velasco, imágenes dibujadas por el cronista Guamán Poma de Ayala (de inicios del siglo XVII), más unos querubines barrocos, una alusión a una Virgen de la escuela cusqueña de pintura, y elementos profanos, como un Sol tomado del diseño de una caja de fósforos. Todo ofrece un conjunto denso, supercolorido, bordeando la ironía de un autokitsch. “Procuro tomar las cosas con humor, pese a que algunas son tristes y dolorosas”, añade Marcel.
La base suma motivos de una foto de militares estadounidenses: se lanzan desde un helicóptero con el fondo de Huayna Picchu (Montaña Joven) , habitual en las fotos de Machu Picchu (Montaña Vieja). La composición alude a las noticias (no confirmadas) de que se instalarían bases militares de los Estados Unidos en la selva del Perú.
En Paisaje exótico, dos guerrilleros del extinto Movimiento Revolucionario Túpac Amaru resultan dibujados a partir de una fotografía. Exultante de colores, el fondo nos recuerda una selva pintada por el “primitivo” francés Henri Rousseau (1844-1910).
El sospechoso se basa en el óleo El habitante de la cordillera, de Francisco Laso (1823-1869). En el original, el personaje (un indígena) sostiene una pieza cerámica; en la versión de Marcel presenta un “retablo” de Ayacucho: una caja de artesanía tradicional que contiene estatuillas de escenas cotidianas.
El personaje está asido por dos policías tomados de una foto de un periódico. Los agentes llevan al hombre a un juicio pues se sospecha que sea miembro de Sendero Luminoso. Ayacucho es el departamento en el que comenzó a actuar ese grupo terrorista. En el fondo, enorme, se percibe una parte del escudo nacional del Perú.
Himno aéreo es un “montaje” de una foto de Machu Picchu con otra en la que se ve al entonces presidente Alberto Fujimori. Él sube una escalera, y en el piso están cadáveres de miembros del grupo “tupacamarista” que tomó prisioneros en la embajada japonesa en el Perú.
Aquelarre funéreo. En formatos más pequeños aparecen las serigrafías de la serie Machu Pictures. En La llegada (a la Luna), el astronauta Neil Armstrong posa a la par de una bandera estadounidense. La composición original corresponde a una obra de Andy Warhol, pero Velaochaga ha puesto Machu Picchu como fondo: Warhol, interventor intervenido.
Los turistas presenta a los Simpson, personajes de dibujos animados. Marcel los pintó antes de que ellos aparecieran en Machu Picchu en un episodio de la serie: turismo pronto y pop , nada interesado realmente en el país que se visita.
Los prisioneros son llamas pintadas con uniformes de rayas de presos porque –afirma Marcel– están encerradas para que las fotografíen los turistas.
El arqueólogo representa al personaje Indiana Jones ante la montaña Huayna Picchu. “Es una alusión al falso descubridor de Machu Picchu, el arqueólogo aficionado Hiram Bingham, quien saqueó 40.000 objetos entre 1912 y 1915”, asegura el artista.
Viaje de trabajo reproduce una fotografía en la que aparecen Stalin y Lenin ante una ventana trapezoidal incaica, como si fuesen otros turistas en busca de exotismo. La fotografía del fondo (de Machu Picchu) corresponde a Martín Chambi (1891-1973), uno de los grandes fotógrafos indígenas americanos.
Los funerales de Atahualpa es el trabajo más complejo de Velaochaga. Esta serigrafía parodia un enorme cuadro de Luis Montero (1826-1869). En la versión de Marcel surgen personajes contemporáneos, como policías, soldados, niños de la calle, familiares de indígenas asesinados por los terroristas, políticos del momento (y del mal momento), un personaje de Rembrandt... El pop anda por aquí y hace pensar en la portada del disco Sgt. Pepper's, de los Beatles, pero en clave de tragedia, sin música y con gritos.
La serigrafía expuesta es una versión muy reducida del acrílico (3 x 4,5 m) que Velaochaga pintó con los nuevos personajes. El cuadro de Luis Montero y la versión acrílica de Marcel se exhibieron frente a frente en el Museo de Arte de Lima en el 2006. “Fue un juego de espejos pictóricos donde se puso en tensión la propia idea original y de la cita”, anota el crítico Gustavo Buntinx.
Marcel emplea fotos que encuentra en publicaciones. Las escanea, arma la composición y le asigna colores en la pantalla de una computadora. Más tarde proyecta la composición sobre un lienzo y traza los contornos de los elementos que pintará
“Primero hago el dibujo; luego pinto los tonos obscuros y remato con el color que parece negro, pero en realidad es verde con rojo. No uso el color negro. Podría decirse que pinto tres veces el mismo cuadro”, detalla el artista.
En Velaochaga se siente la influencia del Equipo Crónica, formado por los españoles Manolo Valdés y Rafael Solbes, quienes ya en los años 60 habían fusionado el pop art con el empleo de obras canónicas (como Las meninas) y motivos de la política de España.
¿Cómo es su pintura? “Está dentro de la nueva figuración, o figuración narrativa, más que en el pop norteamericano, aunque empleo algunos de sus elementos, como los planos. Soy un pintor histórico y pinto para que la gente simplemente recuerde”, contesta Marcel.
¿Influencias, aficiones? “Me gusta la pintura de Caravaggio, Velázquez, Matisse, Orozco, Lichtenstein, Rauschenberg, Warhol...”, añade Velaochaga.
La curadora de la muestra, la costarricense Eugenia Abadía, opina: “Historias del Perú es una confrontación entre la plástica y la historia. Marcel nos brinda una imagen del Perú distinta de la oficial, con personajes en escenarios imposibles, pero que evocan los horrores de la violencia y el colonialismo”.
Velaochaga nació en Lima en 1969. Es licenciado en pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes del Perú. Ha sido profesor de grabado y ha trabajado como ilustrador artístico de revistas. Marcel ha obtenido premios y menciones en seis concursos en su país; ha participado en cinco bienales; ha ofrecido tres exposiciones individuales, y ha intervenido en veinte colectivas en diversos países.
Marcel Velaochaga pinta contrastes: no solo de colores, sino de mitos y realidades, hilaridad y tragedia, modernidad y tradición, técnicas manuales e informáticas; en fin, un barroco donde todo es posible, hasta mamá Simpson en las alturas de Machu Picchu.
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Viaje de altura. Historias del Perú se expone hasta el 23 de febrero en la Galería Nacional (en el Museo de los Niños). Horario: de lunes a viernes de 8:30 a. m. a 4:30 p. m.; sábados y domingos de 9:30 a. m. a 5 p. m. Tel. 2223-3551.