¿Son las mujeres como ellas quieren ser realmente o como la sociedad les exige que deben ser?
Esta es la pregunta que motivó al artista Gustavo Valle a desarrollar un ensayo fotográfico de 11 retratos en gran formato, en los que desnuda la dura realidad que enfrentan muchas mujeres en su lucha por complacer a todo el mundo, excepto a sí mismas.
La exposición
“Siempre me ha molestado el modo en que el sistema social obliga a las mujeres a administrar sus vidas de acuerdo con los intereses de los demás. Imponer roles a una persona es una forma de agresión”, opinó el fotógrafo.
Las 11 fotografías representan historias de mujeres reales que en este caso están encarnadas por una misma modelo: Paulina Segura, quien es esposa del artista.
“Aunque mi historia de vida no es idéntica a la de ninguna de ellas, las situaciones que se retratan en esta exposición me resultan cercanas a mí o a cualquier otra mujer porque son temas universales sobre la condición femenina”, expresó Segura.
En cada una de los fotografías de 1 x 1,50 metros se asoma una mujer con nombre y rostro para enfrentar al público con aquella faceta de la realidad que la sociedad prefiere ignorar.
“Es doloroso descubrir el grado autoagresión al que una mujer puede llegar para cumplir con todas las metas que el sistema les impone: ser madre perfecta, esposa complaciente, profesional exitosa y, además de eso, hermosa físicamente”, comentó el fotógrafo.
Una a una, las 11 mujeres desfilan ante los ojos del espectador para compartir sus historias sin usar palabras, solo imágenes.
Pilar es una muchacha delgada, a simple vista, pero bajo su ropa se esconde la razón de su esbelta apariencia: varias fajas que aprietan sus carnes como una especie de corsé moderno.
Por su parte, Ángela ignora su notorio sobrepeso e insiste en acomodar su voluminoso cuerpo en un vestido varios números por debajo de su talla real.
Para Elena, la cirugía plástica es su mejor aliada en su lucha contra el temible enemigo que representa la edad, pero sus manos arrugadas delatan el medio siglo de vida que lleva encima.
A sus 40 años, Isabel ha alcanzado con éxito sus metas profesionales, tiene una familia que la adora y amigos verdaderos, pero todavía no se siente mujer “completa” pues aun está soltera y sin hijos.
“Lamentablemente, persisten ideas estereotipadas que generan mucha presión en las mujeres. Por ejemplo: si un hombre de 40 años no se ha casado es un soltero codiciado, pero en el caso de una mujer, es una solterona”, opinó Valle.
Otro de los temas que el fotógrafo plantea en la muestra es la maternidad como requisito obligatorio para ser una mujer de verdad.
“El retrato de Julia representa esa visión absurda e injusta de una mujer como si fuera solo una máquina reproductora de hijos”, explicó Valle.
Por otro lado, Lola desafía al espectador con una actitud desenfadada e irreverente, a pesar de que su forma de ganarse la vida –como prostituta– es una de las más censuradas por la sociedad.La exposición