Hoy, miércoles, será el día en que el escultor Jorge Jiménez Deredia llegue a Costa Rica para participar en el Festival de la Luz, como uno de los mariscales invitados para esta edición y, de paso, para pasar la Navidad en suelo costarricense.
Antes de montarse al avión que lo traería de regreso a su tierra natal, él conversó con
En la entrevista, el artista habló acerca del impacto del Festival de la Luz en la actividad cultural del país; dio su apreciación de las carrozas que participan en el desfile y le adelantó a este medio que el próximo año pasará algunas temporadas en el país, ya que trabajará desde aquí en sus proyectos.
Todos los mariscales vamos a ir separados. No sé si irá a cambiar la dinámica. Tengo entendido que vamos a ir en automóviles.
Yo veo el Festival de la Luz como una manifestación de que la cultura también participa en las manifestaciones populares.
“Hace algunos años, Costa Rica no estaba tan al tanto de la cultura como lo está ahora. Recuerdo que, en 1972, el pintor Rafa Fernández, quien trabajaba entonces en el Ministerio de Cultura, me dijo algo que me quedó muy fijo en la mente: “Yo espero que algún día un artista pueda vivir de su arte”.
Cuando yo me fui de Costa Rica, en 1976, era casi que imposible que un artista viviera del arte.
“Al principio, me pareció que el festival no tenía que ver con el arte. Después, pensé que es importante que la cultura tenga un lugar en el pueblo”.
Sí. El país le está dando esa oportunidad al arte, a otros artistas que son jóvenes. Siento que en Costa Rica ahora hay un buen mercado; hay un espacio para los pensadores.
Creo que sí. El Festival de la Luz es una manifestación que los costarricenses esperan todo el año.
Ha habido un avance; han puesto más corazón, he visto que el festival ha tenido una evolución, poco a poco se está acercando a los desfiles europeos. No digo que sean iguales, pero va por buen camino.
Lo he visto solo por televisión, aunque muy raramente, pues, por lo general, he estado en Italia para esas fechas.
No. Yo lo que pienso es que los pueblos necesitan tener una voz; mi trabajo ha sido un poco ser la voz de Costa Rica en el exterior.
“A través de mis trabajos, en Europa se dieron cuenta que existía un país que tenía esferas, que hizo que muchos se pusieran a investigar sobre nuestra cultura”.
He aprendido una cosa: cuando estoy en Italia, añoro los olores, los recuerdos de Costa Rica; sin embargo, a Costa Rica la llevo dentro. Cuando estoy en el país, trato de no añorar a Italia, trato de traerme las grandes cosas que me ha dado Europa. En Italia escucho mucha ópera , 10 horas al día mientras trabajo, cuando voy a Costa Rica me llevo toda mi música.
“Ahora, voy a pasar algunas temporadas en Costa Rica. Ya estamos construyendo una casita y un tallercito en Guanacaste, en una playa escondida, donde voy a desarrollar algunos proyectos.
“Para poder realizar mis proyectos, necesito aislarme un poquito; yo soy una persona solitaria, que necesita estar solo para trabajar”.