Limón. Félix Octavio Soto Orozco hace repaso del camino y prepara el salveque, pues este miércoles comienza la caminata de 146 kilómetros que lo llevará al santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago.
Este profesor pensionado de 57 años cumplirá once de hacer la peregrinación, sin más intención que agradecer por las bendiciones que ya recibe.
“A la Virgen la buscamos para que interceda ante nuestro Señor en atención a alguna petición concreta, aunque de antemano Dios ya sabe realmente cuáles son nuestras necesidades. En mi caso, no la hago por nada especial, sino simplemente para que él siga bendiciendo a mi familia y a mis amigos”, expresó el educador.
La única vez que hizo la romería para solicitar un favor fue cuando pidió a la Virgen su mediación porque su mamá –Mariana Orozco— sufría terriblemente de diabetes.
Recordar ese pasaje provocó que se le quebrara la voz y que unas lágrimas se asomaran.
Desde entonces, ese padre de dos hijos ya profesionales, camina más por agradecimiento que por favores, pues, como bien dice, está seguro de que Dios sabe lo que cada quien necesita y lo que le conviene.
En camino. Su viaje se realiza en tres etapas, dos de las cuales las cumple en solitario.
La primera comenzará a eso de las 4 a. m. para avanzar hasta Siquirres, donde se detiene a pasar la noche. Luego, se encaminará hacia Turrialba .
En ese cantón, ya en territorio cartaginés, se le unirán su esposa, Georgina Portuguéz, y un matrimonio amigo que desde hace muchos años viene desde Monterrey, México, para acompañarlo y profesarle sus respetos a la Patrona tica.
“Aunque parezca mentira, el tramo más pesado es el de Limón a Siquirres, por tratarse de una llanura interminable que poco a poco te envuelve en un tedio que te afecta en el aspecto anímico”, relató Soto.
El año pasado se le ocurrió hacer un pequeño cambio en la ruta, para tomar un supuesto atajo por La Alegría de Siquirres.
Sin embargo, él cree que a la Virgen no le agradó el ajuste, porque siente que más bien el camino se le hizo más complicado.
“Este año volveré por la ruta de siempre”, anunció el veterano peregrino con una sonrisa.
Aparte de dar clases por 23 años en el Colegio Diurno de Limón, Soto también fue estibador en los muelles y asistente en una oficina de abogados.
Luego de jubilarse, abrió una tienda de ropa para niños en el centro de la ciudad.
Según dice, es preferible caminar bajo el sol calcinante antes de hacerlo en medio de los conocidos temporales del Caribe.
“Usted no puede imaginarse lo que significa caminar bajo nuestros torrenciales aguaceros. Las tenis se mojan rápidamente, pesan muchísimo y las medias comienzan a bailar dentro del zapato (...). Las ampollas no tardan en aparecer”, detalló.
La logística para poder cubrir los 146 kilómetros del trayecto y el equipo de viajero no representan un gran problema.
Todo queda reducido a un salveque donde, básicamente, llevará varias camisetas, agua y un espray que se aplicará en caso de que sufra alguna caída que le provoque sangrado.
En los últimos 11 años de visitas a la basílica de los Ángeles, el profesor nunca ha sufrido accidentes.
Félix Octavio Soto confía en que tampoco le ocurrirá nada este agosto para seguir sumando kilómetros en la carretera.