Hace tres años, Gabriela Santos se mudó de Sarchí, en Alajuela, a Limón para iniciar una vida en el mar.
Su meta es clara: ella quiere escalar puestos en las tripulaciones de las que vaya a formar parte hasta convertirse en capitana de un gran barco.
Al final de sus estudios, cuando obtenga el título que la acredita como ingeniera en Marina Civil por la Universidad de Costa Rica (UCR), ella estará entre los primeros profesionales de esa disciplina que se gradúen en el país, pues la carrera abrió apenas en 2012.
“Ahorita me especializo en náutica y transporte marítimo, para desempeñarme en el área de navegación, más que todo en el gobierno en puente. Nosotros estudiamos para ocupar el puesto máximo, que es el de capitán”, explicó la joven de 21 años, y segundo de carrera.
“Es un área que a pesar de ser muy nueva, llama mucho la atención porque, por ejemplo, tenemos opciones de trabajar fuera y dentro del país. Se exploran muchos ámbitos, no solo la navegación; también la radioelectrónica, transporte marítimo y náutica.
”También nos da un conocimiento básico en medicina, derecho marítimo, inglés, que es muy difícil... Es una carrera que a usted le da conocimientos en muchas áreas”, dijo Santos.
Al iniciar sus estudios, el primer sacrificio que debió hacer fue separarse de su familia, pero para ella, es una especie de preparación para la vida profesional cuando su trabajo la lleve a estar por varios meses a bordo de un buque, sin contacto con sus allegados.
Gabriela es parte de un selecto grupo de estudiantes de Marina Civil; hasta el momento, entre las tres generaciones que han ingresado a la carrera en la sede del Caribe de la UCR, hay solamente 94 personas.
Aún más reducido es el número de mujeres, quienes, como ella, escogieron esa profesión.
José María Silos, coordinador de la carrera, estimó que de los estudiantes activos actualmente, solo entre 15% y 20% son mujeres.
El trabajo en equipo a bordo de los buques es uno de los mayores componentes de su profesión, pero Gabriela considera que lo más importante para poder trabajar en el mar es el compromiso consigo misma.
“El ritmo es poco convencional, pero creo que si uno lo escoge es porque sabe lo que es y lo acepta”, aseguró.