Las carreras universitarias que ofrecen mayor oportunidad laboral atraen a pocos estudiantes, quienes temen enfrentar ejercicios matemáticos.
Por eso, en vez de cursar alguna ingeniería u otra carrera científica o tecnológica muchos optan por las ciencias sociales, aunque cuando reciban el diploma y busquen trabajo tendrán pocas posibilidades de obtener un empleo, como lo dio a conocer
Ante ello, Mario Alberto Marín Sánchez, coordinador del programa Olimpiadas Costarricenses de Matemática, enfatizó en la importancia de perder el terror a esa asignatura, no solo de parte de los alumnos, sino también de sus padres.
Es cultural. Uno desearía que hubiese una campaña sobre la importancia de esta área. Tenemos que ir hacia allá, a someter a la gente a cuestionamientos que los obliguen a pensar, a discernir. Ahora las pruebas obligan al alumno a decidir cuál fórmula aplicar.
No es culpa de los profesores, padres de familia o del sistema, en realidad es integral y la solución implica a todo el mundo.
Un defecto que desde las Olimpiadas notamos es que se orienta mucho hacia la aplicación de reglas y no del razonamiento, y cuando el estudiante llega a otros escenarios, como por ejemplo la universidad, descubre tener pobres herramientas de razonamiento y por eso ahí no da la talla.
Hay muchas acciones pero debe ser un compromiso nacional que involucre al MEP (Ministerio de Educación Pública) con las políticas educativas, a los educadores y a las familias. Hace falta concientizar sobre la importancia de la matemática pues no hacerlo significa cerrar a los jóvenes las puertas de una sociedad del conocimiento cada vez más elitista, que contrata a la gente que sepa más.
El estudiante no se interesa por comprender el concepto sino que se preocupa por saber el proceso para resolver la pregunta, sin importar la matemática que está detrás.
Recibir enseñanza de matemática incompleta genera en el estudiante cierta impotencia que lo termina alejando, no solo de matemática, sino de cualquier área que huela a razonar.
Todos aplicamos matemática en la vida diaria; se hacen proyecciones mentales al comprar algo para saber si alcanzará el dinero, pero hay gente incapaz de hacerlo. Todas las personas enterradas en deudas de tarjetas de crédito nunca consideraron los escenarios en que podrían verse inmersos, porque quién va a desear esas deudas.
Se enamora acercándolo a la asignatura y eso se hace enseñándole que puede entenderla; una vez que lo haga, no la odiará. Lo malo es que al alumno se le explica matemática fuera de todo contexto, esto se resuelve así pero qué interés tiene él en resolver un problema que no entiende, que solo tomó esto (números) y lo pasó para acá.
“Cuando la matemática se instrumentaliza, pierde la belleza que tiene y eso genera que los estudiantes no le tengan amor. A quienes les gusta entender, cuando lo logran se sienten felices. Uno se encuentra a muchos alumnos y les explica algo y ellos dicen ‘hasta ahora lo entiendo’ y fue porque siempre se instrumentalizó mucho”.
Es cuando solo importa resolver una situación y no entender qué pasa ni tampoco establecer conexiones con otros hechos, es decir, se aprende un procedimiento para un asunto específico pero se tiene poca capacidad de entenderlo y de extrapolar ese concepto a otros problemas que son el mismo, pero escrito con diferentes palabras.
“Se pierde la visión que es más general y habrá que trabajar en eso. Las tendencias mundiales van hacia ahí, a que el estudiante sienta que la matemática es parte de su vida y no un tormento”.
El problema fundamental no son los planes de estudio; están bien, habrá que revisar algunas cosas pero va mucho más allá. Es necesaria una atención integral porque se pueden modificar solo los programas y nada pasa.