(Credit Eyleen Vargas)
Las autoridades costarricenses reaccionaron con júbilo ayer al conocer del acercamiento entre Washington y La Habana, luego de que Costa Rica también ha dado en años recientes pasos para mejorar sus relaciones bilaterales con la Isla.
La noticia, no obstante, activa preguntas sobre los efectos que una apertura más acelerada en Cuba pueda provocar sobre la economía costarricense, sobre todo en términos de turismo e inversiones, según jerarcas gubernamentales y empresarios de esos sectores.
El anuncio simultáneo de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama no tardó en recibir los aplausos de su homólogo Luis Guillermo Solís, quien ejerce como coordinador de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) y, como tal, ha abogado por el inmediato levantamiento del embargo comercial y financiero que pesa sobre La Habana.
“Eso pondría fin a una política que ha resultado, durante muchos años, ineficaz y lo que ha hecho es traerles mucha tristeza a miles de personas, tanto en Cuba como en Estados Unidos”, dijo Solís a la prensa.
Por la tarde, diputados de las bancadas del Frente Amplio y algunos del Partido Acción Ciudadana fueron a dejar una ofrenda floral al monumento del prócer cubano José Martí.
Para entonces ya circulaba el pronunciamiento oficial de la Cancillería costarricense en el que destacaban frases de regocijo y optimismo: “enorme satisfacción” por “esta decisión histórica que abre una nueva etapa no solo para esos dos países, sino para toda la comunidad americana”.
Esa fue la reacción cinco años y medio después de que Costa Rica restableciera relaciones diplomáticas bilaterales con Cuba, en marzo del 2009, durante el segundo mandato de Óscar Arias.
Ahora, con el anuncio desde la Casa Blanca, todos los países del continente tendrán relaciones diplomáticas con La Habana.
En la actualidad, para Costa Rica esta coyuntura la ubica en una posición diferenciada por ser la actual vocería de la Celac.
Eso le permitió en octubre hablar en Naciones Unidas en favor de la revocatoria del embargo que ya cumple 54 años. Lo hizo Juan Carlos Mendoza, representante del país en Nueva York.
“Llamamos a respetar sin excusas la soberanía y la libre determinación de la nación cubana”, dijo al cerrar su discurso.
Este mismo año, en enero, la presidenta Laura Chinchilla visitó Cuba para la cumbre de la Celac, el primer viaje de una jefatura de Estado costarricense desde antes de la revolución de 1959.
Alegría y alertas. La previsible apertura progresiva de la economía cubana puso en alerta a varios sectores costarricenses, por la competencia que podría representar para el turismo y la atracción de inversiones.
Aunque el ministro de Turismo, Wilhelm von Breymann, consideró que Cuba (a solo una hora de Miami) no compite con Costa Rica por ser destinos distintos; allá es sol y playa y aquí, naturaleza, entre diversos empresarios sí afloró la inquietud.
“Estábamos preocupados con el repunte de Panamá y Nicaragua, pero esto es más preocupante todavía. Cuba es un destino dormido, a su alrededor existe una leyenda urbana sobre su régimen, la gente va a querer ir a conocer aquello que estaba prohibido”, expresó Pablo Abarca, presidente de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur).
El anuncio de facilidades para viajeros estadounidenses a Cuba se dio ayer, pero no cubre aún la liberalización del turismo.
De momento rigen las restricciones para turistas estadounidenses, los cuales representan casi el 40% de los visitantes que llegan a Costa Rica.
También hay zozobra entre los entes encargados de captar inversión extranjera.
“La normalización de relaciones y apertura de inversión en Cuba claramente supone el despertar de un gran competidor para Costa Rica”, reconoció el ministro de Comercio Exterior, Alexánder Mora.
Resaltó que la Isla no solo está en la misma área que los principales clientes y mercados que busca atraer el país, sino que cuenta con una “formidable inversión” en recurso humano.
Por eso, el ministro señaló que Costa Rica debe “cuadrarse” a mejorar su competitividad. Eso, sin olvidar que Cuba además impulsa un megaproyecto de ampliación del puerto de Mariel, donde se invertirían casi $800 millones en obras que incluyen una gran zona franca y un muelle capaz de atender enormes buques post-Panamax, que pronto podrán cruzar el Canal de Panamá.
“Evidentemente la posición de Cuba es tan estratégica como la nuestra y es un tema por considerar”, opinó Mora.