En el norte y el sur, en el este y el oeste, cientos de miles de personas, según fuentes de la oposición, tomaron las calles de un gran número de ciudades para participar en manifestaciones contrarias al régimen de Saleh.
La convocatoria de este “Día de la ira” es un nuevo intento de los grupos opositores de intensificar la presión sobre el gobernante yemení, quien rechaza abandonar el poder aunque trata de tender la mano a la oposición.
Coincidiendo con estas manifestaciones multitudinarias, Saleh acusó ayer a Israel de dirigir las protestas en los países árabes que piden el derrocamiento de sus regímenes, al calor de las revueltas de Túnez y Egipto.
“Todas estas protestas las financian los sionistas en Israel y se dirigen en una sala de operaciones en Tel Aviv”, afirmó Saleh en un discurso que dio a los profesores universitarios en la capital, Saná.
En esa ciudad y en una plaza delante de la universidad, decenas de miles de activistas de la oposición se congregaron desde primeras horas de la mañana.
Este lugar es un símbolo de la revuelta popular y los manifestantes lo llaman “La plaza de los cambios”, ya que es escenario de protestas desde hace una semana.
En su discurso en Saná, además de acusar a Israel, el dirigente yemení criticó la “injerencia” del presidente de EE. UU., Barack Obama, en los asuntos de los países árabes que piden cambio.