Tokio. AFP ¿Cómo y por qué se perdieron 300 toneladas de agua de uno de los depósitos de líquido altamente radiactivo de la central de Fukushima? Nadie lo sabe, ni siquiera la compañía administradora Tepco, que prefiere no hablar demasiado del millar de depósitos del complejo.
El lunes 19 de agosto, Tepco anunció haber descubierto “charcos de agua radiactiva cerca de depósitos”, y precisó que la fuga era de 300 toneladas.
La autoridad de regulación nuclear calificó de “grave” el incidente y lo ubicó en el “nivel 3” en la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, por sus siglas en inglés), que cuenta con siete niveles.
Esta decisión fue tomada antes de que Tepco anunciara que el agua fugada probablemente había llegado hasta el océano Pacífico –ya contaminado por las aguas radiactivas procedentes del subsuelo de la central y la caída de agua de lluvia contaminada– después del accidente nuclear en marzo de 2011.
El depósito defectuoso fue localizado, pero no el punto preciso donde se produjo la fuga, la cual habría estado presente varias semanas sin ser detectada.
Más de un millar de depósitos de varios tipos, que proceden de diversos fabricantes, están ensamblados en zonas despejadas alrededor de la central. Unos 350 son del mismo modelo que aquel donde se produjo la fuga, fabricados por la empresa Tokyo Kizai Kogyo, confirmó un portavoz de Tepco.
“El pedido fue hecho por una empresa conjunta creada por Tepco y la sociedad de obras públicas Taisei Construction”, se limitó a explicar el vicepresidente de Tepco, Zengo Aizawa. Añadió: “varias decenas de millones de yenes” (más de $100.000).
Los depósitos pueden almacenar 1.000 toneladas de agua cada una, la tercera parte de una piscina olímpica. Están constituidos de placas de acero y son ensamblados y sellados en el mismo lugar, con juntas de caucho expandido.
“Esos modelos fueron elegidos porque podían ser entregados y montados rápidamente”, admitió Tepco.
La “causa de la fuga existe probablemente en otros depósitos”, admitió Aizawa en una entrevista televisada.
En el pasado, otras cuatro fugas habían sido verificadas, de menor magnitud, y posiblemente debido a problemas en las juntas.
“El agua contaminada procede en parte del agua de mar y contiene sal. El acero utilizado se oxida fácilmente, por lo que existen riesgos de perforaciones por la corrosión", dijo el profesor Akio Hata, especialista en contaminación.