Santiago de Chile. AFP. “¡Gracias Pinochet, fue un gran presidente usted!”, canta una mujer junto a otros partidarios, a casi 40 años del golpe de Estado de Augusto Pinochet.
Son los últimos pinochetistas, casi completamente ausentes de la política, sin representación parlamentaria ni portavoces, pero que aún suspiran con nostalgia los tiempos, entre 1973 y 1990, cuando en Chile mandaba el gobierno de facto.
En un pequeño y lúgubre salón de un antiguo palacio de Santiago se juntan semanalmente para evocar al ex dictador y analizar la realidad nacional.
La mayoría son mujeres mayores que parecen encontrar aquí un espacio de distensión y contención emocional, aunque también hay jóvenes.
Tratan de “malagradecidos” a los políticos de derecha, que ahora le dieron la espalda, incluyendo al partido en el gobierno y que reúne a varios exmiembros del régimen militar.
Exigen, además, liberar a los casi 70 militares apresados por violaciones a los derechos humanos en la dictadura.
“Ser pinochetistas hoy es tener lealtad a los militares. (...) Estamos agradecidos porque nos salvaron la vida y la economía del país”, dijo María González.