El presidente Alí Abdalá Saleh, de 69 años, llamó al diálogo directo con los jóvenes que exigen su partida desde hace más de un mes, pero los manifestantes también lo rechazaron y mantuvieron su protesta en el centro de la capital.
La coordinación de este movimiento discutió la oportunidad de organizar mañana una marcha con dirección al palacio de Saleh, delante del cual tomaron posición los tanques de la guardia presidencial, al mando del hijo del presidente.
Saleh, en el poder desde hace 32 años, está cada vez más aislado frente a la revuelta popular, que recibió el apoyo de generales y oficiales del Ejército, de dignatarios religiosos y de jefes tribales. EE.UU., que vio en él un aliado en la guerra contra el terrorismo, se declara inquieto del impacto que podrían tener las actuales manifestaciones en la lucha contra al- Qaeda.
Según las autoridades yemeníes, 164 diputados de 165 presentes en el Parlamento votaron por la instauración del estado de urgencia, proclamado el 18 de marzo por el jefe de Estado después de la muerte de 52 manifestantes por disparos atribuidos a partidarios del régimen. Pero un diputado del partido islamista al-Islah, Abdel Razaq al- Hejri, cuestionó como una “falsificación vergonzosa” el voto del Parlamento, afirmando que no se había alcanzado el quórum, con solo 133 diputados presentes de 301.
El jefe del bloque del Partido Socialista Yemení (oposición, expartido único del Yemen del Sur) Aidarús al-Naqib, afirmó que “el poder no podrá aplicar la ley de urgencia, pues en tal caso tendría que matar a diez millones de yemeníes”.
“Un voto en favor de la ley sería equivalente a aprobar la matanza de inocentes”, afirmó antes un comunicado del movimiento “Jóvenes por el cambio”. El presidente respondió a este comunicado ofreciendo diálogo con los jóvenes, que lo rechazaron, reiterando que exigían su partida inmediata.