“Como estadounidenses, no estamos ni jamás estaremos en guerra contra el Islam”, señaló Obama en el Pentágono, uno de los blancos de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en los que murieron cerca de 3.000 personas.
“No fue la religión la que nos atacó ese día de septiembre. Fue al-Qaeda, un grupo lamentable de hombres que pervierte la religión”, subrayó, en una ceremonia ensombrecida por las amenazas de un pastor de quemar ejemplares del Corán, y la controversia por una propuesta de construir un centro islámico cerca de la llamada Zona Cero, en Nueva York.
El vicepresidente Joseph Biden y el alcalde Michael Bloomberg estuvieron en Nueva York entre los participantes del rito anual de lectura de los nombres de las 2.753 personas muertas cuando dos aviones secuestrados por extremistas islámicos se estrellaron contra las emblemáticas Torres Gemelas.
La ceremonia comenzó con la interpretación del himno nacional por parte de un coro de jóvenes en la Zona Cero, donde los trabajos de reconstrucción comienzan a tomar cuerpo. Los familiares sostenían carteles con las imágenes de sus seres queridos bajo un cielo celeste radiante.
Una tercera ceremonia se desarrolló en Shanksville, Pensilvania, donde un cuarto avión tomado por los secuestradores cayó en un campo, elevando a casi 3.000 personas la cifra de muertos por la tragedia.
Este año el aniversario estuvo marcado por debates polarizados sobre la construcción de un centro cultural islámico y una mezquita próximo a la Zona Cero, y la amenaza de Terry Jones, pastor de una iglesia evangélica de Florida de quemar 200 ejemplares del Corán.
El presidente Barack Obama, quien defiende la construcción del centro islámico, manifestó ayer que Estados Unidos promueve “los derechos de cada estadounidense, incluido el derecho de adorar a quien uno elija”.