Madrid. AP Dos nuevos ex presos cubanos aterrizaron hoy en España, mientras los primeros siete disidentes comenzaban en Madrid una nueva vida sin tener la certeza de si seguirán en Europa o intentarán dar el salto a los Estados Unidos.
Normando Hernández, de 40 años, y Omar Rodríguez, 45, se sumaron al grupo de siete liberados al arribar a Madrid procedentes de La Habana. Aunque se esperaba que Luis Milán aterrizase junto a sus compañeros, finalmente se quedó en tierra debido a una repentina enfermedad de su hijo, según informó el gobierno.
Está previsto que Milán y Mijail Barzaga, otro de los disidentes, abandonen Cuba en las próximas horas con destino a España.
La madre de Hernández, Blanca González, viajó desde Miami para reencontrarse en Madrid con su hijo, al que no veía desde hacía ocho años.
“Desde que yo salí de Cuba no veía a mi hijo. Estoy muy tensa, muy nerviosa, muy emocionada”, dijo González tras fundirse entre lágrimas en un largo abrazo con su familia en el hotel donde los disidentes se encuentran alojados provisionalmente.
“Acabo de encontrarme con mi adorada madre. Ha sido muy emotivo todo. Me encuentro destruido, emocionalmente y físicamente también. Esto ha sido terrible, no se lo deseo a ningún ser humano en la vida”, explicó Hernández.
Rodríguez, por su parte, quiso acordarse de Orlando Zapata, fallecido en febrero tras una huelga de hambre, y de todos los que, dijo, murieron por la libertad.
“ Ha sido muy chocante. El futuro siempre lo pensé en Cuba y no en el destierro”, expresó Rodríguez.
Ya son nueve los disidentes que junto con sus familiares, unas 45 personas en total, se encuentran en la capital española. Todos ellos son parte de los 52 presos políticos del llamado Grupo de los 75, arrestados en 2003, que Cuba se comprometió a liberar en virtud del acuerdo entre el gobierno y la Iglesia Católica de la isla.
El gobierno español, como acompañante de este diálogo, se ofreció a acoger a los que deseasen abandonar Cuba y unos 20 podrían llegar al país en las próximas semanas.
Las primeras 24 horas de los exiliados en suelo ibérico no han sido probablemente las soñadas, ya que las pasaron en un hotel de la periferia de Madrid, en el corazón de un barrio obrero sin tiendas ni comercios alrededor.
A pesar de las incomodidades y todavía algo desorientados, sin creerse lo que está pasando, los siete han paseado por las calles de la ciudad y han comprobado el eco que su llegada a España ha tenido en las portadas de casi todos los diarios locales, incluso compitiendo con la resaca del Mundial conquistado por la selección española de fútbol.
“Estamos tratando de presentar al mundo el verdadero rostro de lo que sucede en nuestro país”, dijo José Luis García Paneque, de 44 años, quien perdió casi 40 kilogramos de peso durante el encarcelamiento.
En virtud de un protocolo suscrito con el Ministerio de Exteriores español, las organizaciones Cruz Roja, Comisión Española de Ayuda al Refugiado y Asociación Comisión Católica Española de Migración se van a encargar de darles atención médica, manutención y alojamiento a las siete familias llegadas a España. También intentarán encontrarles trabajo, no necesariamente en Madrid, en un país castigado por la crisis económica y una tasa de desempleo superior al 20%.
En principio, los disidentes fueron acogidos en España como inmigrantes legales y no se les concedió estatus de refugiados políticos. A la espera de recibir sus permisos de trabajo y residencia, teóricamente gozarían de libertad de movimientos.
La mayoría de miembros del grupo tienen familia en Estados Unidos y podrían tramitar visas. Sin embargo, todavía están digiriendo su salida y quieren meditar la decisión.
Katie Ortiz, una portavoz de la embajada de Estados Unidos en España, explicó que cualquier ciudadano en España puede solicitar una visa, pero declinó comentar sobre el caso concreto de los cubanos.
En Estados Unidos, José Azel, un responsable del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, dijo que los disidentes exiliados serían más que bienvenidos. “No creo que como prisioneros políticos tuvieran dificultades”, señaló Azel y agregó que la ayuda de los congresistas cubano-estadounidenses podría ser decisiva para obtener las visas.