Río de Janeiro. AFP La ciudad de Río de Janeiro amaneció hoy bajo una tensa calma a la espera de nuevas acciones de la policía contra el narcotráfico en favelas de la zona norte en respuesta a la ola de violencia criminal iniciada el domingo y que dejó al menos 30 muertos.
Con la Ciudad Maravillosa transformada en un verdadero escenario de guerra los cariocas sufren un forzado síndrome de pánico y debieron cambiar su rutina al tiempo que permanecen atentos a las noticias en diarios, radios y televisión para seguir la marcha de este choque.
“Las orientaciones para la población es que procure manter su rutina”, dijo lacónico el Secretario de Seguridad Pública de Río, José Beltrame, quien adelantó que hoy tendrán otras acciones.
Desde que estallaron los incidentes, el domingo, el saldo preliminar por los choques entre policías y traficantes en Río de Janeiro - subsede del Mundial de fútbol 2014 y sede de los Juegos Olímpicos de 2016- era hasta ayer de al menos 30 muertos, unos 190 detenidos y más de 70 vehículos incendiados.
La golpeada población carioca intenta ayudar a la policía y la línea Disque Denuncia -creada hace 15 años- llegó a un récord de llamadas, unas mil ayer, para denunciar a sospechosos de ataques.
Las miradas ahora están todas en los planes de las autoridades para hoy tras el megaoperativo de ayer en la favela Vila Cruzeiro (zona norte), que incluyó inéditamente blindados militares y cientos de policías de élite con armas de guerra.
La policía anunció la reconquista del lugar para el poder público mientras la televisión mostraba imágenes impresionantes de decenas de narcotraficantes fuertemente armados huyendo desesperadamente hacia lo alto de la colina.
“La Vila Cruzeiro hoy pertenece al Estado”, dijo el subjefe de operaciones de la Policía Civil, Rodrigo Oliveira, tras cuatro horas de intensos combates.
Fue la primera vez que blindados militares fueron usados para ingresar en las favelas controladas por narcos.
Pero el éxito de esta acción, aplaudida por muchos habitantes, es apenas un escalón más en una guerra que promete ser dura y que se reinició con ataques de los narcos en respuesta a la férrea política de seguridad y de pacificación de las favelas lanzada por el gobierno de Sergio Cabral en el 2007.
“Dimos un paso importante, pero no hay nada ganado”, subrayó Beltrame, quien informó que las policías locales recibirán a partir de ahora el apoyo de unos 300 agentes de la Policía Federal (PF).
Además, el Ministerio de Defensa autorizó el envío de 800 efectivos del Ejército, diez blindados y dos helicópteros, además de diversos equipos.
La mayor preocupación es la fuga masiva de narcos para el vecino Complejo del Alemán, un nutrido núcleo de favelas dominado por el añejo Comando Rojo (CV), que concentra allí su poderío armado y sus jefaturas.
El Complejo de Penha -donde está la Cruzeiro- y su vecino del Alemán tienen más de 40 comunidades con unas 400.000 personas, lo que supone más dificultades para la policía y riesgos de bajas de inocentes en un operativo.
La situación trae a la memoria la ola de violencia que en mayo del 2006 sufrió Sao Paulo, la mayor ciudad del país, cuando el grupo criminal Primer Comando de la Capital (PCC) desató el caos con ataques contra las autoridades que dejaron más de 500 muertos en nueve días, en respuesta al traslado de jefes a prisiones federales de alta seguridad.
Precisamente, como el gobierno acusó a jefes del narcotráfico presos en Río de ordenar los ataques en un “intento desesperado” de responder a la política de pacificación, el gobierno dispuso el ayer el traslado de 13 reclusos peligrosos para una prisión federal en Rondonia, 3.500 km al norte.