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La conclusión del secuestro de las señoras Siegfried y Fleuchaus está lejos de ser el punto final a este drama. En realidad, el desenlace tan deseado por todos ha sido el punto de origen de un buen número de interrogantes que exigen respuestas adecuadas. Las implicaciones son de una gravedad extrema.


Las nuevas instituciones a menudo encuentran oposición y aun hostilidad, en particular de parte de aquellos que perciben en ellas una posible limitación a su poder, a su capacidad de tomar decisiones y de imponérselas a los demás. Recuerdo que cuando yo era adolescente, hace ya más de 40 años, eran corrientes las fricciones entre el Poder Ejecutivo y la recién creada Contraloría. A esta se le acusaba en los periódicos de no dejar gobernar, de interferir, en forma indebida, en asuntos que no le correspondían, mientras que al contralor, Amadeo Quirós, se le tildaba de terco, arrogante y ambicioso.