La fiscal saca las garras, hace gala de su mano dura, frunce el ceño, se soca la faja y para rematar logra que el bandido que está en el banquillo de los acusados sea condenado a 100 años de cárcel.
La fiscal saca las garras, hace gala de su mano dura, frunce el ceño, se soca la faja y para rematar logra que el bandido que está en el banquillo de los acusados sea condenado a 100 años de cárcel.