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En 1979, Roger Waters tomó el poder y los demás quedaron como músicos de acompañamiento: simplemente, les presentó lo que sería ‘The Wall’, el trabajo con el que buscaba exorcizar sus demonios.



David Gilmour lo tenía claro cuando salió ‘Endless River’. Lo sigue teniendo tan claro que ahora lo repite como un mantra: Pink Floyd es historia y no hay forma de que regrese.