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Las personas que tienen este tipo de piel generalmente incurren en el error de pensar en que su rostro ya produce suficiente grasa por si solo y, por ello, pueden obviar la aplicación de un producto hidratante durante su rutina de cuidado facial. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que tener piel grasosa no es sinónimo de piel hidratada.

Bríndele a su piel el cuidado que necesita. Además de hidratarla, es necesario exfoliarla periódicamente.

Lo ideal sería no exponerse al sol en las horas de mayor radiación (entre las 10 a. m. y las 2 p. m.). Sin embargo, de no ser posible esta medida, es necesario utilizar filtro solar con protección 30 y reaplicárselo cada dos horas.