Quinientas familias viven todos los días con el enemigo. Se trata de su propio barrio.
Se llama El Cocal, está en Quepos, y es una zona catalogada como de muy alto riesgo de sufrir maremotos o inundaciones, según expertos internacionales.
El Cocal es una pequeña comunidad en el sector costero al noroeste de la ciudad de Quepos, con una extensión de tres kilómetros sobre el litoral pacífico.
Su población es de unas 500 familias –2.000 personas–, que se dedican, en su mayoría, a la pesca artesanal.
De acuerdo con estudios del Centro para la Prevención de desastres en América Central (Cepredenac), el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tanto Quepos como El Cocal son dos de los sitios en la costa Pacífica que serían más afectados por un maremoto (sunami).
Estos estudios se hicieron en el 2009 y son los más recientes que abordan esta problemática.
El barrio está sobre sedimentos marinos, así que no tiene ningún soporte para sostener una estructura. Esa es la razón que explica el riesgo en el que viven.
“Este lugar esté siendo víctima de la erosión, que se está comiendo la costa pacífica. Ya se puede ver que ha ido perdiendo pedazos de playa, se ven raíces de árboles y palmeras expuestas.
”Eso es parte del mismo proceso erosivo y se manifiesta más a la vista en la isla Palo Seco y en Caldera, señalan los estudios”, explicó Alejandra Quesada, directora del área rectora de salud del cantón de Aguirre.
Barrio marginal. Los habitantes de este barrio son muy pobres. Su índice de analfabetismo es bastante alto en comparación con Quepos.
Por eso, no escapan de problemas sociales como la drogadicción, la delincuencia juvenil, la violencia intrafamiliar y la pobreza.
No tienen vía de comunicación terrestre y el ingreso se hace a través de pequeños botes cruzando el manglar de Boca Vieja.
Ronald Jiménez, jefe de la Estación de Bomberos de Quepos y por mucho tiempo presidente del comité local de emergencias, explicó que los plazos de atención son muy complicados debido a que deben cruzar el estero de Quepos en lancha para llegar al lugar.
La alcaldesa Aguirre y presidenta del comité local de emergencias, Isabel León, no conoce los informes de Cepredenac. Sin embargo, reconoce la situación de riesgo que viven estas familias.
“Ese lugar está en zona marítimo-terrestre, por lo que está siendo ocupado de manera ilegal. Además, es de altísimo riesgo social y su población es vulnerable a un desastre natural, pero esa es la constante en varios lugares de Aguirre”, explicó la funcionaria.
León dice que en El Cocal hay una población flotante muy numerosa, y esto complica la reubicación de quienes necesitan viviendas en este momento.
De todas formas, la municipalidad no tiene los recursos suficiente para reubicarlos en un sitio mucho más seguro.
Así que, pobres y expuestos a uno de los riesgos más altos que pueden sufrir los costeños, estos 2.000 habitantes seguirán durmiendo con un ojo abierto, para que el enemigo que saldrá del mar en cualquier momento no los tome por sorpresa.