Cuarenta adolescentes, entre 11 y 18 años, luchan todos los días para construir la caja de herramientas que les permita salir a enfrentar al mundo con capacidad intelectual y técnica para encontrar trabajo, y con la fuerza emocional necesaria para crecer como mujeres y frenar los abusos que las dejaron sin su primera infancia.
Son las residentes del Hogar Siembra, en San Rafael de Alajuela, Asociación que trabaja para darles soporte y abrirles un camino de nuevas oportunidades.
Los últimos cuatro meses, tras la aparición del nuevo coronavirus, esta tarea no ha sido sencilla para los responsables de administrar el Hogar. Las necesidades debido a la pandemia han crecido, y las fuentes de ingreso redujeron su aporte.
“Para nosotros, esto ha sido muy difícil, una cuesta arriba no programada de ninguna manera. Gracias a Dios, el Hogar tiene finanzas sanas que no ponen en riesgo el arroz y los frijoles de las chiquitas. Pero si no recibimos esos fondos, como se tiene programado, esa atención se debilita”, comentó Cindy Centeno Mena, responsable de Mercadeo del Hogar, en referencia a la sustancial caída de la ayuda de la Junta Protección Social.
En promedio, esa institución les giraba ¢1,2 millones al mes. Con la suspensión temporal de los sorteos de la lotería nacional y los chances durante dos meses, y la difícil recuperación de las ventas en las últimas semanas, esos ingresos bajaron a ¢130.000 en junio.
Los ingresos provenientes de la lotería pasaron de ¢1,2 millones a ¢130.000 en junio.
Esos ¢1,2 millones mensuales se destinaban a la compra de medicamentos, alimentos, gasolina, seguros y algunos gastos de mantenimiento. “Tienen relación directa con el bienestar de las chicas”, comentó Centeno.
La directora del Hogar Siembra, Milenia Romero Hidalgo, explicó que una de las principales fuentes para la manutención de las jóvenes es el subsidio que paga por cada una de ellas el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), que asciende a ¢341.473 por cada una. Pero el costo real de la atención individual supera los ¢700.000.
“Ese subsidio (del Patronato) debería equivaler al 49% del costo y nosotros deberíamos generar actividades para cubrir esa diferencia, que la generábamos con actividades masivas. Por covid, estas están paralizadas. La recaudación se vino abajo y el plan 2020 no se ha podido realizar”, explicó Romero.
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La metodología y filosofía de trabajo del Hogar dificulta el recorte de gastos porque casi todo, por no decir que la totalidad, se destina a la contención psicológica de las menores, los talleres de capacitación, su educación, y la atención de sus necesidades básicas, como alimentación, vestido, el mantenimiento de la infraestructura del Hogar y la salud.
Por eso, es que, en medio de la pandemia, el aporte de la Junta se vuelve tan valioso. Va más allá del dinero, pues han recibido donaciones en equipo y vehículos para apoyar el transporte de las jóvenes.
“¿En qué más podemos recortar? Nosotros no tenemos un plan B. No hay opción. Tenemos que sacar la tarea sí o sí. Confiamos en que esto es una obra de Dios y que Dios nos va a ayudar, pero a Dios orando y con el mazo dando.
“Estamos trabajando y necesitamos el apoyo de quien pueda ayudar para que se compre nuestros productos, participen de nuestros eventos, si tienen algo para donar que donen. No podemos devolver a las chicas, a quienes le tenemos prometido un mejor futuro. Son vidas. Son niñas que ya la han visto muy fea en su primera etapa de vida como para hacerles esto ahora”, comentó Centeno.
El acompañamiento de la JPS a este centro se ha mantenido a lo largo de los últimos 15 años. El Hogar considera a la Junta como un socio estratégico.
El confinamiento en el Hogar, ha causado un incremento en las facturas que se pagan por servicios como luz y agua, porque ya las muchachas no acuden al colegio y reciben las clases virtuales, en las únicas 18 computadoras que tienen disponibles.
Por ley, cuando alguna menor cumple la mayoría de edad (18 años) deben reubicarla en una casa y encontrarle trabajo, pero la emergencia nacional por el coronavirus ha impedido hacer esto con dos de las muchachas, que permanecen en el Hogar y por las que han asumido el costo total de su manutención, que ronda los ¢1,5 millones por cada una, al mes.
Actualmente, al igual que otras 430 organizaciones de bien social en el resto del país, se encuentran a la expectativa de lo que diga la Contraloría, que estudia para su aprobación una modificación al presupuesto de la JPS cuyo objetivo es inyectar oxígeno a estos grupos.