Dos jóvenes universitarios han sufrido atrasos de varios meses en el depósito de su pensión por orfandad, administrada por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), lo que les ha dificultado realizar sus estudios y también les complicó la economía familiar. Esta pensión la reciben porque sus padres ya fallecidos cotizaron al seguro de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), precisamente para garantizarles protección si ellos faltaban.
Valery Ordóñez Hernández, de 18 años y estudiante de Cartografía en la Universidad Nacional (UNA), y Andrés Rodríguez, de 23 años, alumno de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica (UCR), llevan meses gestionando los depósitos; incluso, mucho antes del hackeo a la CCSS, del 31 de mayo. Sin embargo, han enfrentado una cadena de atrasos que los mantiene sin el beneficio o con los depósitos incompletos.
Según Ubaldo Carrillo, director de Pensiones de la Caja, el plan de contingencia de la Gerencia de Pensiones para enfrentar la emergencia institucional por el ciberataque dio prioridad a los casos suspendidos; entre estos, las pensiones de los huérfanos.
“Este fue uno de los temas más importantes a la hora de implementar los planes de contingencia. Más de 250 casos fueron reactivados”, comentó Carrillo en alusión al reclamo de Rodríguez, que le refirió La Nación a inicios de agosto.
En ese entonces, el joven acumulaba cinco meses de gestiones entre la sucursal de la CCSS en San Rafael de Heredia y las oficinas de la Gerencia de Pensiones, en San José, las cuales se lanzaban entre sí responsabilidades mientras la situación del universitario permanecía sin resolver.
La consulta de su caso a la CCSS, por medio de La Nación, permitió que revisaran la cadena de trámites y le depositaran cuatro de los cinco meses adeudados. Sin embargo, le deben un mes de pensión.
Además, el miércoles 17 de agosto, en la sucursal de San Rafael de Heredia, le confirmaron que se encuentra nuevamente en condición de beneficiario “inactivo” (lo cual implica que no se le depositará el pago de su pensión de orfandad). Para recuperar su condición de “activo” y tener derecho al depósito, debió llenar otra vez un formulario y adjuntar una serie de documentos.
La CCSS tiene 20.292 beneficiarios de pensión por orfandad. Según el Reglamento del Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte, de la Caja, son candidatos a pensión por orfandad los hijos dependientes económicamente del fallecido, bajo estas condiciones: los solteros menores de 18 años y los menores de 25 años, solteros y estudiantes. Estos últimos, deben acreditar semestralmente la matrícula a un centro de estudios, como deben hacerlo Valery Ordóñez y Andrés Rodríguez.
Entre otros, también pueden ser beneficiarios de pensión por orfandad personas con discapacidad, independientemente de su estado civil, y los hijos mayores de 55 años, solteros, que vivían con el fallecido, mientras no tengan pensión alimentaria, no sean asalariados y no tengan otros medios de subsistencia, en razón de limitaciones físicas, mentales o sociales.
El gerente de Pensiones, Jaime Barrantes Espinoza, sin entrar en el detalle de cada caso, confirmó que se está en proceso de revisar toda la tramitología relacionada con este beneficio. Según dijo, los requisitos vigentes se pidieron cuando las condiciones sociales y la oferta académica eran diferentes a las actuales.
Eventualmente, se elevará a Junta Directiva una propuesta de ajuste de algunos trámites y requisitos que habrían cumplido su ciclo, manifestó Barrantes. El propósito, dijo, es agilizar y enfocarse en los procesos con más incidencia en este beneficio.
El caso de Valery
Un mes después de morir su papá, Julio Ordóñez Goñi, en octubre del 2018, Valery empezó a recibir la pensión por orfandad. Otros dos hermanos mayores también obtuvieron el beneficio. Su mamá percibe una pensión por viudez.
Actualmente, Valery Ordóñez tiene 18 años y estudia Cartografía. También lleva otros cursos complementarios en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), por lo que es estudiante de tiempo completo. Ella, su hermana de 21 años, y su mamá, son quienes mantienen la pensión, pues para su hermano mayor, de 26 años, ya no aplica para el beneficio.
“Las tres pensiones son el único ingreso económico de la casa. Nosotras tres vivimos de eso. Todo empezó cuando cumplí 18 años, en abril. Estaba estudiando, pero no iba a clases presenciales (por la pandemia). Cada vez que iba a la ‘U’ a pedir el certificado para demostrar que estaba estudiando, las oficinas estaban cerradas. Sé que es un problema de la U y no de la CCSS, pero cuando finalmente llevé los papeles, me dijeron que iban a durar de dos a tres meses en hacer el depósito”, contó la joven. Este 17 de agosto, su espera sumaba cinco meses.
No contar con su pensión en el ingreso familiar, reconoció Valery, complicó la economía doméstica. “Se ha notado una diferencia gigante y, sí, nos ha costado estos últimos meses”, reconoció esta vecina de Santiago de San Rafael, en Heredia.
Ordóñez considera un privilegio vivir a escasas cuadras de la sucursal de la CCSS en San Rafael, pues esto le ha permitido acudir prácticamente todos los días, en las últimas semanas, a preguntar por qué, si ella presentó ya todos los documentos, el depósito sigue sin aparecer en su cuenta.
Mientras tanto, entre su hermana y su mamá le cubren algunos gastos. También su abuela la apoya porque debe pagar la matrícula de la ‘U’ y comprar lo que necesita para sus estudios.
“Esto me ha generado un montón de deudas con la familia y todo el mundo. No me puedo detener por cinco meses que la CCSS no me ha pagado.
“Parece que lo hacen a propósito. Muchas veces, me he querido dar por vencida y salir a trabajar. Mami me dice que no pare de luchar porque para eso trabajó mi papá: para que no trabajemos mientras estudiamos”, comentó la joven universitaria, quien lamenta que le pidan un papel, y otro, y otro más, pero pese a presentarlos todos, su angustia no encuentra alivio. Desde abril pasado, no ha visto el depósito por su pensión de orfandad ni una sola vez.
La historia de Andrés
Andrés Rodríguez tiene 23 años. Perdió a su papá, Manuel, cuando apenas tenía 8 años. Desde entonces, ha recibido pensión por orfandad, pero este año, aunque sigue cumpliendo con todos los requisitos para tener derecho al beneficio, la CCSS dejó de depositarle desde finales de marzo.
La razón, afirma la Caja, es que no entregó a tiempo el documento probatorio de que se mantiene estudiando. Eso ocurrió porque el primer ciclo del actual curso lectivo en la UCR empezó el 28 de marzo y, antes de esa fecha, la Oficina de Registro de la institución no le emite el “certificado de estudiante activo” que debe presentar. El problema se repitió en este segundo semestre, pues las clases acaban de comenzar, el 16 de agosto, demasiado tarde para los tiempos de la CCSS.
Así que, según contó, no solo ha tenido que lidiar con la falta del dinero, sino también con la ausencia de información clara y oportuna, largas esperas en oficinas para ser atendido, el trato de personal cortante y nada empático, trámites y consultas en el banco, y varios correos electrónicos sin respuesta enviados a la sucursal de San Rafael de Heredia.
“Me preocupa que esta situación afecte a muchos más. Pueden ser muchos los casos: todos los huérfanos universitarios afectados por las fechas de matrícula y el retiro del certificado de estudios.
“Yo se lo he expuesto a la Caja repetidas veces, y se lavan las manos diciendo que la eliminación o permanencia de los beneficiarios activos la hace un sistema cada mes, en la computadora, y que son fechas que ya están establecidas y ellos no pueden hacer nada. Con ese discurso, me han tenido entre reclamos en las oficinas en San José y San Rafael, echándose la responsabilidad mutuamente”, comentó Rodríguez.
El nuevo traspié en este viacrucis es que, por el inicio tardío del segundo semestre, le volvieron a quitar la categoría de beneficiario activo. Esto implica que, otra vez, debió realizar nuevamente el papeleo... y volver a esperar. Además, sigue en el pulso para que le depositen el mes de pensión que todavía le adeudan.
Ambos jóvenes coincidieron en la oficina de la CCSS, en San Rafael de Heredia, donde se dieron cuenta de que no están solos en sus angustias. A los dos les preocupa, sobre todo, que otros estudiantes estén pasando por esto, incluso en peores condiciones que ellos, y hacen un llamado a la CCSS a corregir y facilitar estos procedimientos.