La carroza fúnebre apenas salía de la iglesia Don Bosco y el diputado Ottón Solís ya pensaba en pedir a sus asesores que empezaran a redactar el proyecto de ley para declarar benemérito de la patria a Alberto Cañas Escalante.
Don Beto, quien murió el sábado a los 94 años mientras miles de costarricenses veían por televisión el partido de la Selección Nacional contra Uruguay, en el Mundial de Brasil, fue enterrado ayer al mediodía con honores de Estado y con abundantes alabanzas por sus aportes en lo político y lo cultural .
El exdiputado, exministro, exembajador y literato recibió las honras fúnebres en una ceremonia católica con numerosas figuras políticas de diversos partidos.
No asistieron, sin embargo, los expresidentes de la República, ni siquiera los cuatro del Partido Liberación Nacional (PLN), del que Cañas fue cofundador y protagonista junto a José Figueres.
Sí llegó el mandatario Luis Guillermo Solís, quien al final de la misa calificó a Cañas como “indomable” y “ciudadano preclaro”.
Cañas fue presidente del PAC y su última aparición en una tarima la motivó el triunfo electoral del 6 de abril, tomado de la mano de Solís, presidente electo.
Solís se manifestó ayer a favor de otorgar la categoría de benemérito de la patria a Cañas, algo que pretende impulsar Ottón Solís.
“Ojalá que don Beto inspire a las nuevas generaciones de la política y de escritores (...). El benemeritazgo a veces se devalúa cuando se les da a algunas instituciones, pero Alberto Cañas es de las personas que más lo merecen”, declaró el diputado Solís. Tres horas después el proyecto ya estaba presentado y él pedía apoyo al resto de legisladores.
Abolengo y gradería de sol. Legisladores de varias bancadas estaban en la misa, cuyo sermón dio el presbítero Claudio Solano. Él resaltó el compromiso patriótico de Cañas y su alegría, a pesar de su lado de “cascarrabias”.
El exministro de Cultura Guido Sáenz dijo que Cañas era su amigo y un hombre talentoso, disciplinado y equilibrado, “aunque a veces se desbocaba y decía barbaridades, pero esa era su parte colorida”.
“Eso, sin embargo, no era irrespetuoso. Él era un príncipe con un humor agudo y certero”, dijo mientras el grupo de familiares y algunos otros allegados ya se encaminaba hacia el Cementerio General.
Pero no todo eran corbatas y luto elegante. Iba también Jesús María Ramírez Salas, presidente de la Asociación de Excombatientes de la Guerra del 48. “Fuimos grandes compañeros”, expresó Ramírez.
Había otros ajenos al mundo político, como Carlos Garita, quien colocó una bandera de Costa Rica sobre el carro fúnebre y citó una de las expresiones famosas del fallecido: “Gracias por todo, don Beto, en nombre de la ‘gradería de sol’”.
Sonaban las sirenas de los carros de los bomberos mientras la guardia de honor de la Fuerza Pública daba un aire ceremonioso en la iglesia y en el cementerio.
Segundos antes de ingresar el ataúd a la tumba, de nuevo entre el sonido de las sirenas, Ottón Solís se zafó su sombrero negro y se permitió llorar como el resto. Un bisnieto expresó fuerte: “¡Que te vaya bien!”, y todos aplaudieron al probable futuro benemérito de la patria, si los diputados quieren.