Los retratos de los exdiputados recién salidos de la curul no adornarán más el antiguo plenario legislativo, el cual quedó como una especie de museo, luego de que la administración los retiró este miércoles por la tarde. Así se le dio cumplimiento a un acuerdo tomado por el Directorio que presidía Silvia Hernández.
En la última reunión del Directorio, se giró la orden de quitar los retratos por los que cada excongresista pagó ¢58.000. Ellos pretendían dejar colocadas sus imágenes en el antiguo edificio en razón de que fueron los últimos ocupantes de las curules que tuvo el primer poder de la República desde los años 50.
En abril del 2021, el Directorio integrado por Eduardo Cruickshank, Ana Lucía Delgado y María Vita Monge había acordado no solo que se colocaran dichos retratos, sino también que la Asamblea pagara por ellos. Sin embargo, la administración les respondió que no había dinero para eso. Entonces, el Directorio siguiente, compuesto por Silvia Hernández, Aracelly Salas y Xiomara Rodríguez, revocó el acuerdo.
No obstante, los diputados se pusieron de acuerdo entre ellos y designaron al independiente Dragos Dolanescu para que coordinara el enmarcado de los retratos y su colocación, para lo cual cada uno pagó ¢58.000, aunque al final varios se arrepintieron y se llevaron el retrato para la casa o, como en el caso del liberacionista Wagner Jiménez, se lo regaló a su madre.
Las curules son parte, al igual que el resto del plenario, de un edificio patrimonial, por lo que no puede ser modificado por cualquier motivo. Además, para entregar dichos retratos a una institución pública como es la Asamblea, los exdiputados tenían que haber pasado por un procedimiento específico sobre donaciones, según lo establece la legislación.
Tras el retiro de las fotografías, la administración del Congreso deberá decidir qué hace con las fotos o, incluso, esperar si los exlegisladores pasan a retirarlas, pues de lo contrario se irían a bodegas del parlamento.
Aunque la idea fue de varios congresistas, ni todos estuvieron de acuerdo ni todos los que estuvieron primero de acuerdo pagaron el enmarcado al final. José María Villalta, del Frente Amplio, y la independiente Paola Vega no solo rechazaron la idea, sino que también la criticaron.
Tampoco estuvo de acuerdo el oficialista Enrique Sánchez, pues consideró que “los retratos en las instituciones públicas representan homenajes que se hacen a personas por su cargo (expresidentes o exministros) o por su legado (benemeritazgos), y no un autohomenaje como se pretendía con esos retratos”.
Villalta envió una carta al director ejecutivo del Congreso donde manifestó su total rechazo, primero porque cree que se desnaturaliza el patrimonio histórico, aunque no se produzca daño material a las curules, pues el plenario anterior no se diseñó para ser portarretratos.
Además, afirmó que era una medida arbitraria hacer un autohomenaje, máxime que centenares de legisladores las usaron y las curules no pertenecen a nadie.