El acercamiento de la Iglesia católica al mundo fue el objetivo común de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, quienes serán declarados santos el próximo 27 de abril.
Como líderes de esa institución, ambos trabajaron por la paz, la familia y por hacer cambios en la forma en que actuaba la Iglesia.
“Entre ellos hay muchas similitudes; ambos querían acercar a los feligreses a la Iglesia. Juan XXIII fue el primer papa que salió del Vaticano; así que viene a dar un aporte de libertad y de abrir puertas. Luego, Juan Pablo II vendrá a ser el papa viajero, que abogó por la paz del mundo”, manifestó el obispo de Cartago, José Francisco Ulloa.
En 1959, Angelo Roncalli (Juan XXIII) plantea el “Concilio Vaticano II”, una asamblea que empieza a hacer cambios importantes en la Iglesia, entre ellos, que las misas dejen de ser oficiadas en latín.
“El Concilio llamó a una responsabilidad común entre las autoridades de la Iglesia y los feligreses. Los sacerdotes oficiaron misa desde entonces de cara a los fieles, se dio más autonomía a los obispos y se autorizó la ordenación de los diáconos. Es una Iglesia que empieza a abrirse a la gente”, dijo el arzobispo de San José, José Rafael Quirós.
En ese afán de hacer cambios, los futuros santos lidiaron con el entorno político de la Guerra Fría y fueron mediadores del conflicto.
“La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra”, dijo alguna vez el papa Juan XXIII.
En la década de los 80, Juan Pablo II sería pieza clave también en la caída del Muro de Berlín y el dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, no tuvo reparo en reconocer, públicamente, que la intervención del Pontífice fue decisiva en el derribo de esa temida estructura en noviembre de 1989.
“La conquista de la paz a todos los niveles está unida a la conversión del corazón y a un auténtico cambio de vida”, dijo Wojtyla.
Para los obispos costarricenses, los futuros santos se caracterizaron por una mentalidad abierta, dispuesta a unir al mundo e inclusive a tender lazos que les acercaran a otras religiones.
Un mensaje. Cuando la Iglesia católica tica supo que el milagro de la costarricense Floribeth Mora convertiría en santo a Juan Pablo II (hecho que el Vaticano confirmó tras una serie de pruebas teológico-científicas), el entonces arzobispo Hugo Barrantes dijo, en julio del 2013, que era un mensaje de fe en defensa de la vida y la familia.
“Si Juan Pablo II es el gran defensor de la vida, diay, yo digo que nos está diciendo: ‘¡Por Dios, respeten la vida y la familia!’”.
En 1994, el papa Juan Pablo II celebró el “Año de la Familia” y escribió una carta en la que describía la importancia de que la Iglesia diera acompañamiento a los padres en la formación de sus hijos.
“Quería subrayar cuán vivo y profundo es el deseo de la Iglesia de acompañarle en recorrer los caminos de su existencia terrenal. ¡Que se eleve incesantemente durante este año (1994) la oración de la Iglesia, la oración de las familias, iglesias domésticas”, dice la carta de Karol Wojtyla, en febrero de 1994.
En ese mismo texto, el papa Juan Pablo II insiste en la importancia de la paternidad responsable y de que la crianza de los hijos sea compartida. En el caso de Roncalli, en su planteamiento del “Concilio Vaticano II” señala que la familia es la primera “célula esencial de la sociedad humana”.
A Roncalli se le atribuye un milagro: su intercesión para curar a la monja italiana Caterina Capitani y para su canonización se siguió un “proceso simplificado” que dispensa de un segundo milagro.
Pese a que ambos serán nombrados santos hasta el 27 de abril próximo, el 2 de abril del 2005, cuando murió Juan Pablo II, la plaza de San Pedro, en el Vaticano, gritaba “¡Santo ya!” al Papa que cumplió 27 años de pontificado, visitó 129 países, escribió 14 encíclicas, proclamó 482 santos y 1.338 beatos.