Durante la pandemia y en lugares de difícil acceso, ubicados entre montañas, valles y ríos, así como en zonas urbanas del país, decenas de niños costarricenses pudieron disfrutar de las narraciones de cuentos infantiles.
Las actividades enfocadas hacia estos menores se desarrollaron virtualmente, para protegerlos a ellos y a sus familias del contagio de la covid-19. Los medios utilizados fueron Facebook y WhatsApp.
Meysell Sánchez Domínguez, estudiante de pedagogía de la Universidad Nacional (UNA), encontró la forma de llevar los beneficios de la literatura infantil a las burbujas sociales de estos pequeños.
Sánchez, quien estudiaba en la sede de Nicoya y se debió a trasladar a Talamanca debido a la pandemia, construyó un Kamishibai o teatro artesanal para la narración de cuentos. Para construirlo, lo que se hace es elegir un cuento infantil nacional e internacional e ilustrarlo en láminas.
Desarrollar este teatro artesanal conlleva planificación, pues se requiere de un maestro de ceremonia, un narrador del cuento y un diseñador.
Con la experiencia de Sánchez, otros estudiantes de la carrera de pedagogía se unieron a la causa y elaboraron más de 35 teatros infantiles artesanales.
El aprendizaje no ha sido solo para los niños, pues los jóvenes estudiantes también cumplieron parte de los objetivos de su carrera, como conocer las técnicas de animación a la lectura, elaborar textos, narrar cuentos y aprender la expresión oral de la poesía.
Ana Yuri Navarrete, académica de la Sede Regional Chorotega de la UNA, explicó que estas iniciativas son parte de la planificación de la labor de aula, que debe desarrollarse en diversos contextos socioeconómicos y culturales.
Además dijo que esta estrategia educativa permitió cumplir con otras metas: atender una necesidad de la niñez costarricense confinada en sus hogares producto de la pandemia, incentivar el hábito de la lectura, bajar los niveles de estrés y apoyar a los hogares y centros educativos.
Este proyecto se realizó durante cuatro semanas y llegó a unos 2.000 niños, tanto de Talamanca como de otras zonas del país.
Redes sociales
Para que los niños pudieran ver los cuentos, estos se publicaron en el perfil de Facebook de Navarrete. A quienes no podían conectarse virtualmente, se les envió el cuento narrado vía WhatsApp a las escuelas, donde los docentes los compartían con los padres de familia.
“Esta iniciativa permitió descubrir el talento creativo y artístico en los estudiantes de Pedagogía”, informaron desde la UNA.
Fiorella Espinoza, estudiante de esta carrera universitaria e integrante del grupo Las Voces de la Literatura Infantil del Campus Nicoya, mencionó que “fue una experiencia increíble”.
“Pudimos percibir la alegría que sentían, y a pesar de que no fue trabajo fácil, llegamos al corazón de centenares de niños que sé que lo disfrutaron”, dijo Espinoza.
Pamela Picado, también estudiante de Pedagogía, agregó: “desde que inició el curso hubo mucho entusiasmo para elaborar un Kamichibais, nos motivó que la profesora Ana Yuri Navarrete, nos sacara de las cuatro paredes por la pandemia, a tener un contacto (virtual) con niños de primaria de diferentes escuelas por medio de la narración”.