Alegre, amiguero y orgulloso de la tierra que lo vio nacer: así se define el costarricense.
En el país del “pura vida” estos son los tres principales valores que, según sus propios habitantes, son parte de la genética nacional que circula por casas, calles, centros de estudio y oficinas.
Dicha percepción sobre los rasgos esenciales de nuestra identidad fueron extraídos por una reciente encuesta elaborada por la firma Unimer, por encargo de La Nación .
Según el estudio,casi nueve de cada diez entrevistados consideran que uno de los valores que más identifica al tico es ser alegre, divertido y simpático.
Mientras tanto, casi ocho de cada diez opinan que somos sociables y amigueros, y una cantidad similar sostiene que nos ufanamos de nuestro terruño.
“El costarricense les da un amplio valor a las relaciones interpersonales en su calidad de vida, así como al usufructo de los bienes y servicios que le proporciona el Estado”, opinó Isabel Román, socióloga e investigadora del Programa Estado de la Nación.
Sin embargo, el investigador y consultor Gabriel Bonilla señala que decir amiguero no quiere decir que sea buen amigo.
“El tico no es leal, le gusta serruchar pisos. Hay una solidaridad disfrazada que esconde varios problemas estructurales y diferencias sociales en el país”, consideró Bonilla.
Más abajo, mencionado por un 75% de la muestra, figura como otro rasgo importante de nuestra idiosincrasia el hecho de que el tico valore la educación como un medio para salir adelante.
También se destaca que valora a la niñez.
La encuesta de Unimer se hizo vía telefónica a 600 personas de todo el país, entre el 23 y el 30 de agosto pasados. Tiene un margen de error de 4,0 puntos porcentuales y un nivel de confianza del 95%.
Espejo nacional. En la acera contraria, el ahorro, la puntualidad y la honestidad son los valores que menos encuestados consideran que representan a los ticos.
Solo un 16% de los entrevistados opina que somos ahorrativos, un 17% piensa que tenemos la costumbre de llegar a tiempo y un 20% estima que somos honestos.
Además, solo un 26% tiene la percepción de que somos planificadores, disciplinados y ordenados.
Unimer también preguntó a las personas cuáles valores nunca nos han identificado.
Cuatro de cada diez señaló que la puntualidad no ha sido uno de nuestros rasgos esenciales.
“El tico es impuntual y no le importa. La vagancia predomina y la gran culpa de ello es el hogar; ahora la familia está muy desintegrada”, sostuvo Sandra Meneses, vecina de Tibás.
Mientras tanto, tres de cada diez consideran que nunca nos hemos caracterizado por ser perfeccionistas ni ahorrativos.
Por género, el estudio revela que las mujeres entrevistadas tienen una visión más crítica que los hombres en cuanto a la presencia de valores como respeto, lealtad y pacifismo en los ticos.
Mientras, los jóvenes son quienes más estiman que el costarricense es solidario y trabajador, pero menos piensan que respete la naturaleza, sea puntual, tenga ética o que sea planificador.
Por nivel socioeconómico, las personas de clase media alta y alta son más críticas en todos los aspectos, sobre todo en cuanto a la creatividad, la lucha y la criticidad de sus compatriotas.
Pérdida. Seis de cada diez ticos consideran que los valores han evolucionado en forma negativa en el país y la mitad señala que se están perdiendo los buenos modales, el respeto hacia los adultos mayores y a todas aquellas personas que son distintas a ella o él.
“La dignidad hacia la mujer se ha perdido. Los menores no respetan a los mayores, todo es un puro vacilón y hay una importante pérdida de valores en el hogar, ya en las casas no se reza”, criticó la religiosa Olivia Morales, de Cartago.
Por otra parte, Unimer pidió a los entrevistados detallar cuáles valores se han perdido.
Un 77% estima que la honestidad se ha ido diluyendo, un 72% piensa que el tico es cada vez más irrespetuoso y un 67% opina que ha perdido la ética y el respeto a las leyes y las reglas.
“Se está perdiendo el respeto hacia los adultos mayores, la propiedad ajena, hay mucha agresión en todo sentido, pero todo ese malestar se olvidan cuando juega la Sele ; ahí sí hay orgullo nacional y se van los problemas”, criticó Christian Araya, vecino de San José.
Y a la ahora de repartir culpas un 40% de la muestra señala que la pérdida de valores es responsabilidad de la familia y de la crianza que reciben los hijos.
Mientras, un 32% opina que la culpa es del Gobierno y solo un 29% señala que el problema está en cada persona.
Otro dato curioso que revela es estudio es que, pese a que la cultura de respeto al ambiente ha sido un tema país, solo un 50% de la muestra asegura que los ciudadanos de este país se preocupan realmente por cuidar la naturaleza.
“Hay una realidad y es que al tico solo le preocupa lo propio. Hay gente que no tiene electricidad y no tiene los servicios básicos. Toda esa realidad se oculta mediante el mito de la felicidad”, sostuvo el consultor Gabriel Bonilla.