Yuba. EFE. Los últimos episodios de violencia tribal en Sudán del Sur han afectado a más de 120.000 personas y complicado la actuación humanitaria en la zona, destacó ayer la representante de las Naciones Unidas en el país, Lise Grande.
Grande, quien se desplazó hasta Yuba, alertó sobre la escalada de la violencia en la región de Jonglei, la mayor de Sudán del Sur, lo que según sus cálculos ha multiplicado el número de afectados.
En las últimas semanas, los choques se han concentrado en el corazón de Jonglei, donde habitan varias tribus como la Dinka Boor, Anyuak, Jie, Murle y Lou Nuer, que pese a convivir desde hace años en la misma zona se han visto sumergidas en una espiral de violencia desde el año pasado.
El ataque más reciente ocurrió el pasado 16 de enero y causó 80 muertes y 300 casas incendiadas.
Los recientes enfrentamientos se han saldado con decenas de muertos y miles de desplazados, y amenazan el futuro de la República de Sudán del Sur, que proclamó su independencia el pasado 9 de julio.
Asimismo, el Gobierno decidió ayer paralizar la producción de petróleo, en respuesta a la supuesta confiscación de su crudo mientras pasaba por los oleoductos de su vecino Sudán. En una reunión, el Consejo de Ministros de Sudán del Sur tomó esa decisión y esgrimió el argumento de que el país ha perdido cientos de millones de dólares debido a las prácticas de Jartum, al que acusó de retener tres millones de barriles de petróleo.
El pasado julio, la República de Sudán del Sur aceptó exportar petróleo a través de los puertos que tiene Sudán en la costa del mar Rojo y pagar tasas por ello.
El pago de las tasas parece haber enfrentado a ambos países, de modo que Sudán del Sur estaría buscando ahora rutas alternativas para vender su petróleo al exterior, a menos que logre superar sus diferencias con Sudán.