El estadounidense Quentin Tarantino, cineasta que admiró su obra, calificó el filme La novia ensangrentada (1972) como una de sus “películas de referencia”.
Los inicios de su carrera se remontan a los años 1960, en el seno de la denominada Escuela de Barcelona, versión española de la nouvelle vague que 10 años antes había revolucionado el cine francés.
Vanguardista e incomprendida por el público, su segunda película Fata Morgana (1965) tuvo una muy buena acogida por parte de la crítica.
Pero el éxito le llegó unos años más tarde con cintas como Cambio de sexo, estrenada en 1977, tras ser rodada con una Victoria Abril quinceañera.
Actriz y cineasta repetían dos años más tarde con La muchacha de las bragas de oro , adaptación del libro homónimo del escritor Juan Marsé, que en una España recién salida del conservadurismo de la dictadura franquista (1939-1975) imprimía el fuerte carácter erótico de la filmografía de Aranda.
Amor, locura, violencia, dependencia: las pasiones dominaban sus historias, ya fueran policíacas o históricas, como Juana la loca (2001), sobre el amor de Juana I de Castilla, hija de los reyes católicos, por su marido Felipe el Hermoso, al inicio de su reinado en el siglo XVI.
Las producciones también engendraban complicados personajes femeninos para el placer de sus actrices, entre ellas Maribel Verdú, a quien dio su primera oportunidad en 1983 con tan solo 13 años y marcó definitivamente en 1991 con Amantes, basada en un crimen real cometido en la España de la posguerra civil.
Premiada con los Goyas a la mejor película y al mejor director, la cinta le valió a Abril el Oso de Plata de mejor actriz en el Festival de Berlín.