Sutherland Springs, EE. UU. Devin Patrick Kelley, quien mató a tiros a 26 personas en una iglesia de Texas, aparentemente actuó motivado por problemas familiares, dijeron las autoridades este lunes, mientras el acceso a las armas de fuego en Estados Unidos vuelve a estar sobre la mesa.
La masacre del domingo, ocurrida solo cinco semanas después del tiroteo más mortífero perpetrado en Estados Unidos, ocurrió cuando Kelley, de 26 años, vestido de negro y con chaleco antibalas, abrió fuego con un rifle de asalto contra los feligreses en una iglesia bautista, dejando además una veintena de heridos.
Las víctimas, con edades entre cinco y 72 años, asistían al servicio de la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, una localidad rural de unos 400 habitantes y ubicada 50 kilómetros al sureste de San Antonio.
Freeman Martin, del Departamento de Seguridad Pública de Texas , dijo este lunes a la prensa que “había un diferendo en esa familia” y agregó que la suegra de Kelley frecuentaba la iglesia donde ocurrió el ataque.
Según el funcionario, el ataque “no tuvo una motivación racial y tampoco estuvo relacionado a creencias religiosas. Había un problema doméstico con sus familiares políticos".
De acuerdo con Martin, Kelley sabía que su suegra asistía a ese templo y que antes del sangriento ataque había enviado “mensajes amenazadores”.
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La Fuerza Aérea informó de que Kelley prestó servicio en una base de Nuevo México desde el 2010, antes de ser juzgado por una corte marcial en el 2012 por agredir a su esposa e hijo.
El tirador fue descrito por las autoridades como un joven blanco que aparentemente se suicidó cuando huía en su auto y mientras era perseguido por dos ciudadanos.
“Creemos que él tenía una herida autoinfligida por arma de fuego”, expresó el alguacil Joe Tackitt a la cadena CBS.
Kelley abrió fuego afuera del templo antes de entrar y seguir disparando, indicó Martin.“Cuando salía de la iglesia, un residente local tomó su rifle y enfrentó al sospechoso. Este dejó caer su arma y huyó. El ciudadano lo persiguió entonces”, detalló
Sutherland Springs resident describes arriving at church shooting scene to @MattGutmanABC: "It was really quiet." https://t.co/cdSESAMiJN pic.twitter.com/x4piAYUaEJ
— ABC News (@ABC) November 6, 2017
Las autoridades encontraron al agresor muerto en su auto, que estrelló durante la persecución.
Múltiples armas se encontraron en el vehículo, que fue inspeccionado por expertos en explosivos.
“La tragedia se profundiza por el hecho de haber ocurrido en una iglesia, un lugar de adoración, donde estas personas fueron baleadas”, manifestó el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien advirtió de que la cantidad de fallecidos podría aumentar.
Los heridos fueron llevados a varios hospitales con “heridas que van desde menores a muy severas”, detalló Martin.
Entre los muertos está la hija de 14 años del pastor Frank Pomeroy, confirmó el líder de la iglesia a ABC News.
Annabelle Renee Pomeroy “era una muy hermosa y especial niña”, aseguró su padre, que estaba ausente en el momento de la masacre y volvía por carretera a Texas.
Entre las víctimas, algunas evacuadas en helicóptero, figura un niño de seis años llamado Rylan, que fue sometido a cirugía tras recibir cuatro disparos, dijo su tío a CBS News.
No es por armas
Desde Tokio, donde se encontraba el lunes como parte de su gira por Asia, el presidente Donald Trump declaró sentirse con “el corazón roto” y muy triste.
El mandatario, quien ordenó que las banderas ondeen a media asta en la Casa Blanca y edificios federales, calificó el tiroteo de “espantoso” y “acto de maldad”, pero volvió a descartar que el acceso a las armas sea la causa de la desgracia.
“Tenemos un montón de problemas de salud mental en nuestro país, pero no es una situación imputable a las armas”, sostuvo.
Trump insistió en que “es un poco pronto para abordar el tema”, al ser consultado por los pedidos de que aumente el control de armas en el país.
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Como en tantos otros tiroteos, los demócratas aprovecharon para renovar los llamados a controlar el acceso a las armas de fuego, un tema candente en un país que considera casi sagrado el derecho a portar armas.
Denunciando un “acto de odio”, el expresidente Barack Obama declaró: “Que Dios nos conceda a todos la sabiduría de preguntarnos qué medidas concretas podemos tomar para reducir la violencia y las armas entre nosotros”.
Esta nueva masacre ocurre a un mes del tiroteo en Las Vegas, cuando un hombre abrió fuego desde una habitación de hotel contra una multitud que asistía a un concierto, dejando 58 muertos y casi 550 heridos, el más mortífero en la historia reciente del país.