Um al-Fahm. ¿Colonias judías a cambio de un “triángulo” árabe? El plan estadounidense para Oriente Medio respalda la anexión de colonias a cambio de que la soberanía de poblaciones árabes israelíes se transfiera a un futuro Estado palestino, algo que estas últimas rechazan.
A los habitantes de Um al-Fahm, un pueblo árabe israelí situado en medio de las montañas, y salpicado de mezquitas con cúpulas plateadas, doradas y turquesas, no se les ha escapado ni un detalle del plan anunciado esta semana por el presidente estadounidense, Donald Trump.
En el marco de un "intercambio" de territorio, Estados Unidos propone que el control de 14 localidades donde viven más de 260.000 árabes israelíes, el llamado "triángulo" árabe, pase de Israel a un eventual Estado palestino.
“En un principio, estas comunidades estaban llamadas a estar bajo el control de Jordania, en las negociaciones de la línea de armisticio de 1949, pero finalmente quedaron retenidas por Israel por razones militares (...) Las comunidades de la región del triángulo formarían parte del Estado palestino”, explica el documento.
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‘Árabe e israelí’
En Israel, el líder de la formación nacionalista laica Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, que no esconde la hostilidad que le despierta la minoría árabe del país, aplaudió el proyecto.
Sin embargo, a los residentes del “triángulo” árabe les cuesta digerir la iniciativa. “No nos tomemos esto a la ligera (...) Esto me da mucho miedo”, declara Rosine Zaid, en una cafetería con vistas al valle. “Tengo miedo, no vamos a dejar que hagan eso”, agrega su amiga Lubna Asali.
Un poco más allá, cinco adolescentes discuten, comiendo un shawarma. Tienen previsto asistir a la manifestación convocada este sábado en el pueblo contra el plan de paz estadounidense.
"Estamos dispuestos a defender nuestra tierra. Estamos en contra de ese programa", sostiene Abdel, de 16 años.
"Por supuesto que estaría feliz de unirme a nuestro pueblo, pero no quiero ese intercambio. Si quieren sacarnos de Israel, queremos que Jerusalén venga detrás", añade, en alusión a la "ciudad santa", que la iniciativa norteamericana contempla como capital "indivisible" de Israel.
En los hechos, el proyecto no propone ni el traslado de las localidades ni que los habitantes dejen sus tierras.
Se cambiaría el estatus de los municipios, que pasarían a formar un enclave palestino en territorio israelí, pues la barrera de separación impide, de momento, conectar directamente esos territorios con Cisjordania ocupada.
Sus habitantes, árabes israelíes, pasarían a ser palestinos, lo que podría dejarlos sin las ventajas de una economía que casi no tiene desempleo, o sin la posibilidad de circular por territorio israelí en las regiones vecinas donde sus familias viven desde antes de que se creara el Estado de Israel, en 1948.
"Formamos parte de la minoría árabe en Israel y vivimos en nuestra tierra nacional. Rechazamos este plan, queremos seguir existiendo tanto en el plano social como en el político", defiende Yusef Jabareen, diputado de la Lista Unida de los partidos árabes israelíes.
"Soy árabe, soy palestino y también soy un ciudadano del Estado de Israel", agrega, con un tono animado, afirmando temer que el "triángulo" árabe se convierta en un "cantón" enclavado en Israel.
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Consecuencias políticas
Según Yusef Jabareen, el proyecto estadounidense podría "reducir" la población árabe israelí, y así "debilitar" a esta minoría, que representa a cerca del 20% de la población del Estado hebreo, con 1,8 millones de personas.
Al retirar a 260.000 personas de ese censo, la minoría teme que su peso demográfico y político pierda importancia.
Para la organización Adala, que defiende los derechos de los árabes israelíes, “la transferencia forzada [del estatus] de ciudadanos palestinos árabes de Israel” se parece a un cambio “demográfico por motivos raciales”.
La Lista Unida de los partidos árabes jugó un papel destacado al apoyar al rival de Benjamin Netanyahu, Benny Gantz, como primer ministro tras las últimas elecciones.
Pero, aún así, Gantz no logró obtener la mayoría de escaños necesaria para formar gobierno, lo que llevó a la convocatoria de elecciones dentro de un mes.
No obstante, Benny Gantz apoyó el plan de paz estadounidense e incluso pidió que el Parlamento vote a favor del mismo, lo que causó malestar en la población árabe.
En este sentido, la minoría debería tener claro a quién votar en las próximas legislativas, señaló el exdiputado árabe israelí Mohamed Barakeh. Según él, los electores de la minoría deberán elegir entre la Lista árabe o “la clase política dirigente israelí en su conjunto”.