Managua. El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, renovó por cinco años el mandato del comandante en jefe del Ejército en medio de críticas de quienes lo consideran “un premio” a su lealtad y ante una aparente reactivación de las protestas opositoras.
La decisión consta en un acuerdo presidencial firmado por Ortega y publicado el martes en el diario oficial La Gaceta. Según el texto, el general Julio Avilés, quien lleva una década en el cargo, tomará posesión el 21 de febrero de 2020 y permanecerá en el mismo hasta 2025.
Avilés, un exguerrillero sandinista, fue nombrado máximo jefe del ejército en noviembre del 2009 cuando Ortega llevaba dos años en el poder y enfrentaba protestas opositoras por su intención de postularse a una reelección pese a una prohibición constitucional.
Hasta el 2009 el cargo de comandante en jefe del ejército de Nicaragua se había venido renovando cada cinco años con base n una terna de oficiales propuestos por un consejo militar al presidente de la República.
Durante las protestas sociales que estallaron en abril del 2018, el Ejército prometió mantenerse al margen del conflicto y no usar la fuerza contra los manifestantes civiles. Sin embargo, la oposición ha acusado a esa fuerza de haber apoyado a la Policía con “efectivos y armamento militar”, lo que Avilés ha negado.
La oposición también acusa al Ejército de tolerar el surgimiento de una estructura de paramilitares armados que en el 2018 operaron junto con la Policía contra los manifestantes que levantaron barricadas y bloqueos en todo el país.
En setiembre, el alto jerarca militar dijo ser víctima de una “campaña brutal” de desprestigio y confirmó su obediencia a Ortega, al tiempo que indicó que “jamás” apoyaría “un golpe de Estado al gobierno legítimamente constituido”.
“Daniel Ortega tiene desconfianza de cualquier persona al mando del Ejército y tiene que pagarle el favor a un Avilés que participó en la ‘Operación Limpieza’ con oficiales y armamento”, afirmó la excomandante guerrillera sandinista y ahora opositora Dora María Téllez, en alusión a la represión de las protestas.
Para el sociólogo Oscar René Vargas, la decisión de Ortega “envía un mensaje claro: su poder es incuestionable y sólido porque cuenta con la venia y servidumbre de los militares”.
Tensión política
La renovación del mandato del máximo jefe militar ocurre tras nuevas detenciones de opositores civiles y en medio de huelgas de hambre de familiares de detenidos por razones políticas que reclaman su excarcelación.
La primera huelga de hambre comenzó el jueves anterior por parte de 11 madres de los considerados “presos políticos” en la iglesia San Miguel Arcángel en Masaya, a 25 kilómetros de la capital. La Policía mantiene rodeado el templo y le ha cortado la luz y el agua, denunció el párroco Edwin Román.
Un grupo de 13 activistas de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) intentó ese mismo jueves llevar bidones de agua a las huelguistas, pero fueron detenidos por la Policía. La víspera fueron acusados penalmente por supuesto traslado de armas.
En apoyo a la primera huelga, otras siete mujeres anunciaron el lunes un ayuno “por la libertad de los presos políticos” dentro de la catedral de Managua, pero tuvieron que interrumpirlo en el mismo día después de que la sede religiosa fue rodeada por la Policía y atacada por personas exaltadas que golpearon a un sacerdote y a una monja.