Supporters of Efrain Alegre, presidential candidate of Paraguay's Liberal Party, cheer at his campaign rally in Asuncion, Paraguay, Thursday, April 18, 2013. Paraguay hold general elections on Sunday, April 21. (AP Photo/Jorge Saenz) (Jorge Saenz)
Asunción. Agencias y Redacción. Paraguay va hoy a las urnas con el objetivo de cerrar un capítulo polémico y accidentado –como ha sido su vida histórico-política– y lograr, de cara al exterior, la recuperación de su carné democrático.
Pero, en el frente interno, los comicios generales podrían también marcar el regreso al poder del viejo Partido Colorado , que gobernó durante 47 años (1947-2008) y se lo recuerda como el soporte político de la dictadura de Alfredo Stroessner .
Las elecciones, cuyo ganador estará entre Efraín Alegre –postulador por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el minoritario Partido Democrático Progresista– y el colorado Horacio Cartes, se realizarán bajo la mirada escrutadora de observadores internacionales, cuyo testimonio puede ser clave en el afán del país por reencauzarse por la senda de la normalidad institucional.
Paraguay, donde la semilla de la democracia ha hallado serias dificultades para germinar, tratará de dejar atrás la d estitución, en junio del 2012, del presidente Fernando Lugo , a quien se realizó un juicio político sumario en el Senado por “mal desempeño de sus funciones”.
El proceso breve, así como los cuestionamientos sobre las oportunidades de defensa de Lugo, dejaron a Paraguay al margen de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y del Mercado Común del Sur (Mercosur).
“El quiebre democrático institucional del 22 de junio del 2012 tendrá su precio”, aseveró Lugo, quien ahora aspira a una curul senatorial por el partido Frente Guasú (FG), que él fundó. “Normalizar las relaciones tendrá su tiempo y su proceso”, vaticinó.
Para Federico Franco, quien en su calidad de vicepresidente sustituyó a Lugo, los gobernantes de Uruguay, Brasil y Argentina “traicionaron los principios fundamentales del Mercosur” al decidir la suspensión de Paraguay.
Alegre está dispuesto a volver a esos foros de integración, pero “en condiciones dignas”, mientras que Cartes aceptaría, “pero sin vulnerar el Estado de derecho”.
Vuelta a lo tradicional. Mientras, hay pocas dudas de que el nuevo mandatario paraguayo surgirá de las dos fuerzas políticas tradicionales: el Partido Colorado y el Liberal Radical Auténtico.
Las últimas encuestas daban una ventaja de entre 1,5 y 14 puntos porcentuales en favor de Horacio Cartes. Si esta intención de voto se confirmase hoy, implicaría la vuelta del coloradismo al Gobierno, del cual ha estado alejado desde el 2008, cuando perdió la contienda ante Lugo, postulado por el liberalismo y la izquierda.
En un país largamente marcado por la corrupción, la piratería y la impunidad, y señalado como el segundo productor mundial de marihuana y lugar de paso de la cocaína boliviana, la campaña electoral estuvo signada por el cruce de agravios y alusiones a la “narcopolítica” y el desvío de fondos estatales.
Cartes, cabeza de un grupo de 25 empresas (financieras, banca, fábricas de cigarrillos y gaseosas, cultivos de tabaco y soja), y dirigente del club de futbol Libertad, es un outsider d e la política que se afilió al Partido Colorado en el 2009.
El exitoso empresario plantea la atracción de inversiones como el mejor camino para combatir la pobreza, que afecta al 49,5% de los 6,6 millones de paraguayos, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Con el aval de una alianza con colorados disidentes y con los seguidores del caudillo Lino Oviedo –fallecido en febrero en un accidente de helicóptero en una gira proselitista–, Alegre dice representar el “Paraguay decente contra el Paraguay de las mafias” y acusa a su rival de vínculos con el narcotráfico.
El peso de la izquierda. La izquierda, representada por el FG de Lugo y Avanza País, podría erigirse en la tercera fuerza política y desempeñar así un papel importante en el Congreso bicameral debido a las facultades amplias y discrecionales que la Constitución otorga al Poder Legislativo.
Las encuestas indican que el sector podría lograr 6 de las 45 bancas del Senado y 3 de las 80 de la Cámara de Diputados.
Aunque pocos escaños en relación con el total, los dos grandes partidos podrían verse forzados a negociar con la izquierda, sobre todo la agrupación que conquiste, en esta jornada electoral, la presidencia de la República .