MIDEAST-US-EDUCATION Palestinian Fulbright scholars Hadeel Abu Kawik (front) and Doa Abu Amsha work on their university application forms in Gaza City on June 3, 2008. Abu Kwaik, Amsha and five other Palestinian scholars who have received US-funded Fulbright grants, may be allowed to leave the besieged Gaza Strip, officials said yesterday, but hundreds of other students remain stranded. The United States has convinced Israel to allow the seven Fulbright scholars to travel to Jerusalem for visa interviews, an Israeli official said, days after it informed the students their grants had been withdrawn. Since the Islamist Hamas movement seized control of Gaza nearly a year ago, Israel has sealed the territory to all but very limited humanitarian aid and severely restricted the movement of the 1.5 million Palestinians living there. AFP PHOTO/MOHAMMED ABED (MOHAMMED ABED)
Ramala. EFE. Las mujeres palestinas podrán pedir el divorcio a sus maridos si no consuman el matrimonio, o si saben de antemano que va a tomar una segunda esposa, según una nueva legislación que entró en vigor la semana anterior en Cisjordania.
La ley supone un auténtico balón de oxígeno para las palestinas, quienes por años han visto pisoteados sus derechos por unas tradiciones que daban al marido plenos poderes sobre la vida familiar.
Tanto el matrimonio, como el divorcio, la custodia de los niños, pensiones o herencias están regulados por tribunales religiosos en Cisjordania y Gaza.
La nueva normativa recibió un espaldarazo tras el asesinato de Nancy Zboun a manos de su marido el mes pasado en Belén, que evidenció la necesidad de ayudar a las mujeres que aspiran al divorcio.
“Este es un momento histórico. Una de mis clientes lleva tres años intentando divorciarse de su marido”, afirma Ikram El-Qaisi, abogado especializado en la ley islámica.
El-Qaisi explica que su cliente ofreció a su esposo grandes sumas de dinero por divorciarse, pero él las rechazó y “convirtió su vida en un infierno”.
Pese a que las mujeres aplauden la ley, muchos hombres manifestaron enojo ya que estaban acostumbrados a tener la última palabra en las cuestiones familiares.