“Haremos todo para que las relaciones entre los dos países vuelvan a lo normal”, dijo a la radio pública Gilan Erdan, ministro del Medio Ambiente, un allegado al jefe del Gobierno, Benjamín Netanyahu. “Es en interés tanto de la parte israelí como de la egipcia, aun cuando no es simple”, insistió el ministro de la Defensa pasiva, Matan Vilnai.
En la víspera, Netanyahu había destacado que, según su opinión, lo esencial era preservar el Tratado de Paz de 1979, el primero firmado por Israel con un país árabe.
El jefe de la diplomacia, Avigdor Lieberman, que en el pasado había formulado declaraciones marcadamente hostiles contra Egipto, se limitó a afirmar que “ahora los egipcios tienen la palabra”.
“En cuanto tengamos la garantía de las autoridades egipcias de que ninguna amenaza pesa sobre nuestros diplomáticos, estos retomarán sus cargos”, precisó el canciller Lieberman.
El sábado en la mañana, el embajador de Israel en Egipto, Yitzhak Levanon, volvió precipitadamente a Israel con 80 miembros del personal diplomático y sus familias, todos sanos y salvos.
Los dirigentes israelíes también rindieron homenaje a la intervención de miembros de un comando egipcio, quienes “solucionaron el problema quizás un poco tarde, pero lo hicieron evitando un baño de sangre”, según Vilnai.
Los ministros israelíes reiteraron su escepticismo sobre la llamada “primavera árabe” considerada como positiva por los países occidentales, pero interpretada con grandes sospechas por Israel.
“Israel es el único país en el mundo que no se felicitó y aplaudió por lo que se llama la ‘primavera árabe’.
“Nos mantuvimos muy escépticos, aun cuando estamos por la democratización en los países árabes”, destacó Erdan.