“Haití necesita estabilidad, un Gobierno estable que se enfoque en los verdaderos problemas, como la reconstrucción, la salud y la seguridad”, explicó Albert Ramdin, secretario general adjunto de la Organización de Estados Americanos (OEA) para Haití.
El funcionario afirmó que todos los actores deben enfocarse en celebrar el 16 de enero la segunda vuelta de los comicios presidenciales, como una forma de encontrar esa estabilidad.
La definición del sucesor del presidente René Preval, cuyo mandato concluye el 7 de febrero, atraviesa por un punto muerto matizado por protestas y hechos de violencia, que, además, amenazan con obstruir la distribución de ayuda a los damnificados del terremoto y la asistencia sanitaria contra el cólera, que ha provocado más de 2.110 muertes y ha afectado a casi 100.000 personas.
La Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) espera que para octubre del 2011 se haya removido apenas el 40% de los escombros dejados por el terremoto del 12 de enero de 2010 y unas 400.000 personas, de los 1,3 millones de damnificados, puedan abandonar las carpas improvisadas en las que viven desde el sismo.
Sismo mortal. El terremoto de magnitud de 7,0 grados Richter dejó 300.000 muertos y es considerado una de las mayores tragedias de la humanidad en los último 50 años.
Ramdin y varios organismos internacionales temen que el conflicto electoral y la indefinición del nuevo gobierno tengan un impacto negativo en la reconstrucción del país y en la lucha contra el cólera.
Violentas protestas callejeras emergieron poco más de una semana después de los comicios del 28 de noviembre cuando el Consejo Electoral Provisional anunció los resultados preliminares que colocaban a la exprimera dama Mirlande Manigat y Jude Celestin como los dos candidatos más votados, entre los 19 contendientes, y con derecho a pasar a la segunda ronda.