El viaje de Musharraf desde Dubái a la ciudad portuaria sureña de Karachi fue el primer paso en su objetivo de reconstruir su imagen tras años de marginamiento político. Sin embargo, no más de 2.000 personas recibieron al exgobernante militar autoritario en el aeropuerto. Sus simpatizantes lanzaron pétalos de rosas y ondearon banderas con su imagen.
La asistencia fue baja en comparación con otras movilizaciones políticas, una muestra de cuánto ha caído el apoyo al exgobernante desde que dejó el poder en 2008.
“No tengo miedo. Sólo temo a Dios”, expresó Musharraf.