¿Significa ello que el 11 de setiembre del 2001 pasará a la historia como el día en que el mundo cambió?
En perspectiva histórica, hoy más bien se observa que los atentados aceleraron procesos políticos que ya se venían dando, en tanto la economía se ha visto mucho más impactada por otros hechos, según esos especialistas.
Para Ray Welser, experto en relaciones internacionales de Heritage Foundation, los ataques tuvieron un efecto “catalítico esencial” que alteró el orden de las prioridades militares de Estados Unidos, realineó alianzas globales y dio paso a dos largas guerras de las que aún ese país no sale.
Sin embargo, no cambió los ejes de la diplomacia internacional. Un reciente artículo del presidente del prestigioso Consejo de Asuntos Exteriores, Richard Haass, lo resume así: “Los ataques no provocaron un giro histórico. No marcaron el inicio de una nueva era de relaciones internacionales en la que terroristas con una agenda global prevalecen, o en la que ataques terroristas espectaculares son comunes”.
Aunque en el corto plazo los ataques impulsaron atentados en Londres, Madrid y otras ciudades, 10 años después las organizaciones terroristas se han debilitado sustancialmente, señaló la experta en seguridad y contrainsurgencia Vanda Felbab-Brown, quien trabaja para la Brookings Institution.
El resultado más visible fue un “gran reacomodo de alianzas globales”, pues EE. UU. se vio obligado a salir a luchar contra el terrorismo, enlistar aliados europeos y estrechar relaciones con países árabes, comentó Kurt Volker, exrepresentante permanente de Estados Unidos ante la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y profesor de la universidad John Hopkins.
“En ese sentido, el mundo es totalmente diferente. Habiendo dicho eso, ante la ausencia de nuevos ataques, las prioridades ya empezaron a girar hacia la economía”, agregó.
Tras una década, la economía mundial también es diferente, pero Dan Mitchell, economista de Cato Institute, rechazó que los ataques la cambiaran. “Hoy se dedican más recursos a la lucha contra el terrorismo, pero el monto es pequeño en términos del PIB mundial. Las políticas monetaria, fiscal y de comercio exterior del mundo siguen siendo las mismas”, indicó.
Steve Dunaway, experto en economía internacional del Consejo de Asuntos Exteriores, coincidió. Aunque los ataques tuvieron un impacto inmediato en la economía estadounidense, el rápido surgimiento de China y la burbuja hipotecaria en Estados Unidos han sido más significativos, aseguró.
Independientemente del grado exacto de impacto de los atentados sobre la economía estadounidense, lo cierto es que el rezago gradual de esta frente a China venía dándose desde antes de los ataques y estos a lo sumo contribuyeron parcialmente a acelerar el proceso.
“Estados Unidos está reevaluando la naturaleza de su papel en el mundo, pero la demanda de liderazgo por parte de otros países se mantiene”, comentó Volker.
Lo que sí cambió de manera irreversible es la tranquilidad con la que EE. UU. y otros países vivían en los 90 creyendo ser inmunes al terrorismo en su propio territorio.
Las medidas de seguridad en aerolíneas, edificios y actividades políticas –que a juicio de Felbab-Brown no van a desaparecer y más bien van a continuar profesionalizándose– son y seguirán siendo un recordatorio permanente de ello.